sábado, 7 de noviembre de 2009

La venganza de Lolita


Por cinco años Lolita estuvo ciega y completamente enamorada de Javier, un insufrible representante masculino al que le había regalado el título de novio, sabe Dios por que...
Ese mismo tiempo lo paso mi querida amiga justificando las insolencias de su adorado tormento y haciendo oídos sordos a todo el que le preguntaba que hacia ella con él. Estaba enamorada, no había otra explicación.
Pero como todo es hasta un día… La pobre Lolita empezó a abrir los ojos cuando descubrió atrevidos mensajes (que evidentemente no provenían de ella) en el celular de su amado. Se convirtió en un mar de lágrimas, lo único que pude hacer por ella fue prestarle mi hombro y decirle con sentimiento lo que se dice en esos casos: ¨Era que no te convenía, él no te merece¨.
Ciertamente no la merecía, pero el corazón cuando se enamora se hace ciego para juzgar y las razones resultan absurdas sin importar que tan ciertas y palpables sean.
Eso fue justo lo que pensé el día en que la encontré sonriente y feliz en brazos de su infiel novio en un restaurante.
Tuve la tentación de agarrarla por un brazo, reprenderla y sacarla de aquel lugar, lejos del infeliz que tanto la habia hecho sufrir, pero me contuve pensando en que ella era una chica grande y que debía saber lo que estaba haciendo.
Dos meses después de aquel episodio Lolita estaba mudándose junto a Javier en un apartamento estudio de un barrio espantoso. Con una gran sonrisa en los labios mi amiga confeso estar en espera de un bebe y me presumió el costoso anillo de matrimonio que a través de chantajes y lagrimas logro convencer a su esposo de regalarle.
No valieron los razonamientos lógicos cuando ella le dijo que deseaba tener ese anillo, ni sus argumentos sobre el ahorro para el parto, ni los gastos de la mudanza o la promesa de comprar un comedor nuevo la hicieron desistir de su capricho, Javier tuvo que comprar el anillo, asumiendo un préstamo bastante inoportuno, solo para complacerla.
Un mes después me anuncio que había decidido renunciar a su trabajo pues desde que había iniciado el embarazo sentía una especial aversión por su jefe y no tenia ánimos para tolerarlo, Javier que estaba tenso con la sola idea de ser padre, casi enloquece cuando Lolita le informo entre lagrimas que había tenido que renunciar.
El dinero no daba abasto, las facturas se acumulaban igual que las frustraciones de Javier y los caprichos incomprensibles de Lolita. Lo único que no crecía era su barriga, a pesar de ya haber llegado a los cuatro meses y de comer el triple de lo que normalmente comía.
Javier se la pasaba sacando cuentas e intentando complacer a su embarazada esposa, mientras se sofocaba en los problemas que poco a poco Lolita le fue aportando. Tan abrumado estuvo en su situación que ni siquiera reparo en que la barriga no crecía.
Al pasar exactamente cinco meses de la mudanza y estar segura de tener a su esposo al borde de un precipicio emocional, Lolita hizo sus maletas y espero a que Javier saliera del baño bien temprano en la mañana, le puso las llaves de la casa en sus manos y le dijo ¨Nunca estuve embarazada, lo siento mucho¨.
De inmediato se apresuro a la puerta, no espero respuesta alguna, se fue y nunca más respondió sus llamadas.
Lo había planeado todo minuciosamente, sus antojos imposibles, su inconsolable llanto, la idea de mudarse a un lugar tan terrible, los exagerados caprichos, las escenas de frustración, las largas charlas para desvelarlo, los inexistentes malestares que no le permitían cocinar y una que otra historia más para mortificarlo durante cinco largos meses.
Solo después de irse de la cajita de fósforos en la que torturó pacíficamente a su amadísimo esposo fue capaz de confesarme lo que había hecho.
No la creí capaz de vengarse de nadie, mucho menos de aquel hombre que tanto defendió y amó, pero su inteligencia y paciencia superó mi imaginación.
Pausada y tranquila me explicó: ¨Es que yo no creo en la violencia Yuyita, para las maldades existe la ley de causa y efecto, eso esta probado que no falla… Lo que pasa es que a veces hay que darle un empujoncito para que sea más efectivo y yo soy muy desesperada como para dejarselo a la vida…¨