jueves, 24 de junio de 2010

Estoy aqui solita

Una de mis canciones favoritas de todos los tiempos... Rosario Flores en un tema, segun yo, hiper mega sexy...
Aqui estoy yo, aqui solita, pensando en ti comiendome la cabecita, no puedo mas me voy pa'fuera, pa' ver si el aire me quita la borrachera... Me matas y no lo puedo remediar que no, yo se que yo no estoy equivocaaaa

miércoles, 23 de junio de 2010

Consejos inutiles


Yo deje de oir consejos, fue una decisión personal… Tampoco creo en los psicólogos o religiosos, ambas cosas las intente para darme cuenta de que la respuesta siempre estaba en mi y que no tan a final de cuentas sus consejos tenían la finalidad de llevarme por donde a ellos les convenía; al padre para hacerme sentir culpable y motivarme a "colaborar" con la iglesia y el psicólogo para extender lo que se pudiera el número de sesiones y así poderme sacar más y más dinero.
Luego de pasar por tres psicólogos y cuatro líderes espirituales (de tres diferentes religiones) fue que comprendí que buscaba respuestas en personas que no me podían ayudar y a las que sin entender por qué, no les era del todo sincera.
A quienes si les contaba las cosas con lujos de detalle tampoco fueron muy útiles, de hecho, me confundieron más y hasta me desmoralizaron.
Como aquel día en que Dorita me dijo que debía de cambiar mi manera de ser o ningún hombre además de Leonardo, iba a ser capaz de quererme.
O el día en que me deje convencer de que me estaba perdiendo de uno de los placeres más grandes de la vida por no beber alcohol, así que me deje llevar y bebí tres vasos de vodka por los que luego pase dos días luchando con un malestar estómacal insoportable.
O cuando quise complacer a mi madre, que llevaba años diciendome que el rubio era mi color de pelo. Al poco tiempo de teñirme vi como mi cabellera se rebelaba ante el drástico cambio y comenzo a salirse en grandes cantidades, sin que hubiera otra cosa que pudiera hacer además de cortarlo casi por completo y sufrir la espera del crecimiento.
Cuando anuncie lo que deseaba estudiar en la universidad, más de un ceño fruncido, silencios incomodos y comentarios desalentadores recibí como respuesta; inclusive, una de mis más cercanas amigas se me acerco con cara de preocupación y me dijo que me quería tanto como para decirme que eso que yo quería era muy complicado y aunque reconocía que soy bonita, no lo era lo suficientemente como para poder llegar a algún lado en este oficio que para la sorpresa de muchos hoy ejerzo...
Pero lo que realmente me llevo a tomar la decisión de no escuchar más consejos fue mi amiga Katy.
Ella siempre tan ecuanime, coherente y equilibrada, jamás ha llegado a comprender mis enredos de vida, que yo reconozco no tienen pies o cabeza, y que desde que me conocio la motivaron a emprender la misión de sacarme del alocado mundo en que vivía con sus "sabios" consejos.
Luego de que le contara de una pelea entre Leonardo y yo (una de las más insignificantes en comparación a otras tantas), más para desahogarme que para cualquier otra cosa, Katy casi raya en la histeria y llena de indignación decretó: “no puedes seguir con él”.
De aquel día en lo adelante era difícil esquivarle el tema o tratar de conversar algo diferente con ella, hizo uso de su poder persuasivo, saco todos los argumentos validos y hasta los inexistentes con tal de convencerme de que dejarlo, no solo era lo mejor para mi, era una obligación conmigo misma y mi dignidad.
Sus charlas eran realmente motivadoras, luego de escucharla hablar del poder de mi mente, mi valor como mujer y la recompensa de encontrar al hombre soñado, me sentía invencible, creí que al fin había descubierto la luz y que en poco tiempo todo lo vivido anteriormente me iba a parecer una historia de horror.
El día que termine con Leonardo me sentí orgullosa, realizada, llena de optimismo y me dedique a esperar con alegría todo lo que mi amiga me había augurado para un futuro cercano.
Pero el tiempo paso y no me sentí más valiosa, ni valiente, ni mujer, ni siquiera con esperanza. Los hombres que conocía no le llegaban a los talones a Leonardo y en las abundantes noches de soledad, mi amiga Katy no ocupo ni siquiera los escasos tres segundos que uno tarda en leer un minimensaje con un “Hola amiga, como estas?”.
Como por arte de magia ella desaparecio.
De pronto ya no tenía tiempo para ir al cine, hablarme por teléfono, juntarnos para compartir o siquiera mandarme un saludo por alguna de las redes sociales que nos conectan. Ella prefería estar con amigos más alegres, que estuvieran menos relacionados con la soledad, menos despechados y olvidados, lo veía en sus fotos del facebook, casi cada noche tenía una fiesta diferente y sin importar que se dieran a una esquina de mi casa, que yo formara parte de eso, no era siquiera una opción.
Con la ida de Leonardo en mi vida, ella y el montón de personas que me criticaban la decisión de permanecer a su lado tuvieron un tema menos en su lista de conversaciones para socializar, descansaron los consejos para darle paso a palmaditas de aliento que no trascienden a nada más, saludos que no esperaban respuesta y la satisfacción de haber logrado convencer a una amiga de salir de una situación que todos, menos ella, sabían que no le convenía…
Puede que tengan la razón, es muy probable que este equivocada y falle mil veces, que no vea con objetividad las situaciones, que deje escapar cosas que para otros saltan a la vista, pero yo he elegido afrontar el mundo sin opiniones externas, para que las consecuencias sean solo responsabilidad mia y deje de sentir esta rabia absurda con alguien más que me convencio para decidir algo que yo sola jamás hubiese escogido