lunes, 29 de abril de 2013

Fecha de caducidad


Pecaré de ser desagradable y hasta podré ser considerada una envidiosa por lo que diré, pero sí,  yo creo que llegara una época en que la gente de mi generación comenzara a divorciarse todas al mismo tiempo.

Y así como ahora llenan de fotos de compromisos, anillos y vestidos de bodas, embarazos y bebes, en esa venidera época oscura lo que resaltara serán las ausencias. Las de fotos y estados felices.

No sé si de aquí a allá se habrán inventado una notificación que le avise a todos ¨Fulano de tal se ha divorciado¨, pero igual no creo que muchos quieran gritar aquello, en esos casos se usa el silencio. Nadie anda pregonando sus fracasos.

Además no causa el mismo efecto un ¨estoy enamorada¨ a un ¨me esta llevando quien me trajo¨.

Esta nefasta teoría la baso en lo que viví y en toda la gente de generaciones más adultas que hablan tan mal del amor o que han hecho de su matrimonio un deporte extremo… (Siempre manteniendo la relación y a la pareja al borde del fin, en un solo lio, para poder sentir algo).

¿Qué tan larga fue la relación más larga que tuviste en tu vida?, cualquiera que sea la respuesta, sino llegas a los 30, te aseguro que no duro más que la mía. No, no diré el número, juré cuidar mi dignidad y no decirlo en voz alta después que los aniversarios llegaron a dos números.

Estábamos conectados, yo lo pensaba y al instante llegaban minimensajes de él, diciéndome cosas similares a las que andaba fantaseando.

Si por algo discutíamos, las reconciliaciones eran una experiencia que superaban cualquier sueño. Cuantas emociones, cuanta pasión, cuanta felicidad de un solo golpe. Se podía llenar la mitad del mundo con ese sentir.

Que decir de los besos, del compartir íntimo, del deseo… Éramos como imán y metal. No había que hacer ningún esfuerzo.

Si quieren saber que pasó, yo diría que la vida y el tiempo. Es triste, es feo, pero tengo la ligera impresión de que el amor tiene fecha de caducidad y eso de ¨hasta que la muerte los separe¨ es más una historia de resignación, que de amor.

No sé quien se lo invento, pero pasarse la vida entera con una sola persona, no es humano. 

Todos en algún punto nos cansamos, el amor se va transparentando, ese tener agarrada la mano del otro comienza a sentirse incomodo, se deja de sentir la conexión interna y solo se siente el molesto sudor entre la mano propia y la ajena.

Una noche, cumplí con mi ritual de terminar todo el trabajo corriendo para que me diera tiempo de ir a verlo, porque hacían días que solo hablábamos con whatsapp, ya ni la voz nos escuchábamos, pero para ser honestos a ninguno de los dos eso nos importaba. Llegue algo presurosa y lista para vivir lo que sea que yo creía que aún vivía con él.

Nos tiramos en la cama, mirando los dos hacia el techo y comenzo un concierto de quejas casi al unísono: ¨Que mal día¨, ¨cuanto estrés¨, ¨mi jodido jefe…¨, ¨tengo que llevar al gato al veterinario¨, ¨se me daño el aire del carro¨, ¨No tengo nada de dinero¨, ¨estoy cansad@¨.

Luego un silencio inmenso, y se me hizo insoportable las ganas de huir de allí. Trate de permanecer para no llamar su atención con mi huída, para no tener que conversarlo. Y entonces me percate, de que ni siquiera la punta de nuestros pies se tocaban.

Estábamos en una misma cama, mirando hacia el techo, aislados, sintiéndonos miserables, con el deseo bajo cero, yo sin embargo, tenía muchas ganas. Muchas ganas de huir.

Sí, el amor se acaba. Nos volvemos invisible para el otro y ellos para nosotros, sin importar que tan bellos o maravillosos seamos para los demás. Una cosa muy extraña, hasta injusta en cierto punto.

Me di cuenta de la influencia del Internet en la vida de estos tiempos, cuando mi desesperación me hizo pensar en buscar en Google que se hace en estos casos. De verdad quería encontrar respuestas.

Pero no, no hay nada que se pueda hacer, aparte de abrir los brazos y dejar ir.

Si la magia de pareja se vendiera, seguro que trabajaríamos todos solo para poder comprarla.

Sin intención de azarar ni deseándole a nadie la experiencia, me parece que el curso natural de las cosas nos lleva a ese punto, ese momento en que ya no sientes nada, aparte de la costumbre y un cariño estable, pero inútil.

Siendo así, no sé a quien se le ocurrió la idea de que a los 20 años de edad escogiéramos un compañero de trayecto que nos durara toda la vida, si el amor ¡no alcanza para tanto!

Sonara a broma, pero sinceramente, creo que deberían ser mínimo dos compañeros de viaje por existencia. Para poder seguir sintiendo. Para que no nos agarre la amargura de estar con alguien y sentirse solo o de todos los ayer que ya ni de relajo son.

En fin… Nadie nos lo dice, pero el amor se acaba y a veces no hay siquiera que hacerle nada para que se ofenda y se marche sin que vuelva a mirar atrás.



jueves, 18 de abril de 2013

El sensor del egoísmo



Las separaciones nunca son fáciles, pero cuando se acaba todo y te quedas a la espera de que el se devuelva en algún punto, te llame, muestre algo de arrepentimiento o amor y no pasa; además de nostalgia es una patada directa al ego.

Así me quede yo, esperando que Enrique en algún momento llamara aunque fuera para disculparse por sus gritos frente a tanta gente. Pero su nueva vida lo tenia bastante ocupado, hija nueva y amor reconciliado es demasiada competencia ante un simple amor emergente que llego forzosamente a los 11 meses de existencia.

Mis amigas me decían ¨yo espero que después de todo lo que te hizo no vuelvas con el cuando te llame llorando¨. Yo no me concentraba en el mensaje, mi corazón atrapaba lo que le interesaba de aquella frase: ¨Cuando el llamara¨… O sea, que iba a llamar.  ¨Llorando¨, es decir que iba a estar sintiendo cosas, amor tal vez, arrepentimiento por haberme lastimado.

La sola idea me derretía el corazón, ya desde ese momento decidí que lo había perdonado, esperaba ese abrazo de reconciliación y esa conversación póstuma en la que negociaríamos como se manejarían las cosas con este tema de la niña y nuestra relación.

Yo andaba armando todos mis planes sin contar con el, ni con la realidad. Pasaban los días y el teléfono sonaba pero nunca era el. Se me hizo irritante el solo hecho de tener el aparato a mi vista, como si el celular tuviera la culpa de su indiferencia.

¿Y te llamo?, me pregunto Lolita, Ni me va a llamar, respondí. Ya en una actitud mucho mas resignada y realista.

No es fácil hacer que el corazón se desprenda de alguien que le hizo sonreír, pero empecé con seriedad el ejercicio del olvido. Solo me levante un buen día y así lo decidí.

Me hice mas receptiva de todo, deje mi selectividad con la gente, las invitaciones, los momentos y la vida. Me incluí en conversaciones que normalmente ignoraba, le dedique mas tiempo a las historias ajenas, deje de inventar excusas para ver amigos y familiares de los que me había distanciado sin darme cuenta y le empecé a sonreír al chico siempre amable de contabilidad.

Su nombre es Josue y me trae café todas las mañanas a mi escritorio; solía agradecerle sin siquiera levantar la mirada, sumergida en los interminables papeles que me tocaba resolver. Tenia mas de un año trabajando para la empresa y yo ni siquiera sabia su nombre, le seguía llamando ¨el nuevo¨. Ni siquiera me había dado cuenta de toda la atención que el me prestaba a diario.

Al percatarme de todo, me dije a mi misma ¿por qué no? Y lo invite a almorzar fuera. Allí comenzó nuestra amistad, mis días comenzaban y terminaban con sus mensajes. En mi escritorio podía sentir su perfume y mientras sucedía, me sentía acompañada. No era nada así como estar perdidamente enamorada, pero si estar alegre, en paz y en confianza de compartir mis cosas. Me sentía muy cómoda, era como estar en casa.

Apenas saboreaba esa paz y calidez en el alma cuando sonó mi teléfono, una llamada de numero privado. Al otro lado del auricular, Enrique.

La llamada que yo tanto espere.

Me pidió perdón, me dijo que me extrañaba, ahogado en penas y algo de moco, dijo algo que no entendí bien que terminaba con algo parecido a ¨eres la mujer de mi vida¨, honestamente creo que me lo invente. Eso no me suena a Enrique.

No, yo no pregunte nada de Arisa, de su hija, ni de nada. Yo me quede ahí sin dar crédito a que esa llamada estaba sucediendo.

Cuando logre colgar y le conté a Lolita me dijo ¨esta es tu señal!¨, si Enrique te esta llamando es porque se le encendió el sensor que le avisa que seguiste con tu vida. Josue debe ser bueno para ti, eso es lo que significa esa llamada.

No entendí su teoría hasta que me la desgloso y yo comencé a atar cabos. Cada vez que suelto una historia con todo y protagonista, el susodicho parece tener un sensor interno que le avisa ¨ese barco zarpo¨,  y se enciende todavía mas rápido cuando aparece un nuevo interés amoroso.

Mientras mas sola estoy menos compañía encuentro, solo basta con que empiece a resurgir el amor o la simple esperanza de haberlo encontrado, para atraer todas las historias pasadas con todo y elenco.
Una jugada tramposa de la vida, para probarnos quizás la inteligencia, la fortaleza espiritual y el carácter.

El corazón se me volvía una sopa pensando en Enrique, recordando cuanto desee que volviera, loca por buscarlo y olvidarme del empoderamiento, la dignidad, el amor propio y todas esas cosas nuevas  del mundo femenino.

Pero en esta deje al cerebro actuar, no mas Enrique, no mas amor bipolar, ex novias, inseguridades, espera y enredos. Si el sensor del egoísmo lo despertó, pues que lo vuelva a apagar y siga su camino, esta vez no vale la pena volver hacia atrás.


lunes, 25 de febrero de 2013

El padre, el novio, el ex


Mi segundo príncipe azul ha sido un fracaso. Enrique fue como un carro viejo de esos que tiene tantas piezas averiadas que sale mas económico dejarlos botados y conseguir otra cosa.
Distraído, cambiante, a veces excesivamente amoroso, otras veces excesivamente indiferente, misterioso, poco expresivo…
Yo estaba muy tranquila soportando todos sus defectos, queriendo no entender que de la forma en que éramos pareja yo no iba a ser feliz, cuando de la nada, empezando los ensayos de la banda,  apareció una mañana Arisa.
Claro que cuando llego yo no sabia quien era y solo le preste atención cuando vi que Enrique se aparto con ella en una esquina para hablar.
Ella de pelo negro, lacio, por la cintura, ojos con mucho delineador oscuro, un piercing perfecto en su nariz y un atuendo gris completo de franela, jeans y converse. Tan rockera como todos allí.
Arisa había llegado para darle la noticia a Enrique de estaba embarazada. Yo lo supe días después. El se refería a ella como mi ex. Mientras yo,  no supe que posición ocupaba en la repentina ecuación matemática.
Quedamos en que íbamos a ser muy civilizados y ninguno confundiría las cosas. Yo era la novia, ella la ex, embarazada y Enrique, el padre, el novio y el ex.
Como ven, yo era la que menos cargos tenia, solo era la novia y punto, ellos dos ocupaban posiciones mas complejas.
Me dije a mi misma ¨ Quédate tranquila Yuyita, esto no tiene porque afectarte¨. Pero aquel larguísimo mantra no me sirvió ni una sola vez para calmarme o evitar problemas.

Cada vez que Enrique se ausentaba me obsesionaba con la idea de que se la pasaba con ella. Si me decía que iban a una cita medica, yo no podía ni comer hasta que me volvía a llamar, cada vez que tenían que verse, yo comenzaba a sentir dolores en el estomago, nauseas, dolores de cabeza, no quería hablar con nadie. Estaba literalmente enferma por la situación.

Estalle un día de ira y saque todo lo que sentía dentro, lo ofendí, lo insulte, rompí todo lo que pude de la habitación. Cuando acabo todo y caí en el suelo agotada, vencida, bañada en sudor y en lagrimas el se acerco y me abrazo, me aseguro que solo me quería a mi y que no había nada que temer.
Deje mi alma descansar en sus palabras, me hacia demasiado falta un poco de tranquilidad y sosiego. Pasaron algunos días en que todo estaba nivelado, nos veíamos diario, no oí mas hablar de Arisa y me sentí volver a la vida, otra vez era yo, estaba tranquila y el estaba ahí para mi, como yo quería.

Abrazados veíamos televisión una noche en la sala de su casa cuando de repente apareció ella frente a nosotros, la madre de Enrique la dejo entrar, nosotros ni cuenta nos habíamos dado de que habían llamado a la puerta.

Allí estaba mi mayor disgusto frente a mi, ahora con un vientre abultado que hablaba por ella, por el, por todos. Era real, aquello era real y hasta ese momento yo no lo entendí. En su vientre había un hijo de Enrique, el hombre que yo amaba. Mientras que en el mío solo había un revoltillo de tripas que se retorcían del malestar que me subió de golpe con solo verla.
Enrique salto como un spring y se acerco hacia ella, le pregunto si todo estaba bien y en seguida salieron de la habitación para hablar.

Yo lo comprendí esa noche, la ecuación era imposible, no iba a funcionar. No se trataba de que el era el ex o el novio, se trataba de que ellos eran y serian por siempre los padres. Mientras que mi lazo con el era muy volátil, todavía demasiado débil como para poder vencer obstáculos de ese tamaño.

Intente dejarlo, termine con el, pero dos semanas después yo misma lo llame. Me sentía enferma, no pensaba en otra cosa, lo extrañaba de una manera que dolía.

Entonces regrese para sentirme terrible conmigo misma, por no ser valiente, por sentir que no podía, por querer contra todo pronostico y recomendación sensata continuar una relación que me daba demasiados malos ratos.
Regrese para perseguirlo, para vivir mortificada y preguntando ¨¿dónde estas?¨, para hacer el ridículo queriendo hasta acompañarlo a las visitas al medico con Arisa, para inventarme historias constantemente y pasármela llorando a solas.

Que me quiera, que aprenda a valorarme, que me empodere, eso dicen los psicólogos, dicen que así podia salir de esta, pero ni ellos ni yo tenemos idea de cómo se hace eso.

Lo único que paro mi atropellante tren de locuras e insensateces fue la noche en que Enrique se me planto en plena emergencias de la clínica, donde había llevado a Arisa con contracciones, gritándome que ya lo dejara en paz, que no aguantaba tanta presión, entre la situación de un hijo que no esperaba y que trataba de asumir responsablemente, el apoyo que Arisa merecía de el y la presión que yo le mantenía todo el tiempo con mis reclamos sentía que iba a explotar.

La vergüenza fue inmensa, todos me miraban,  yo solo me levante y me fui. Supe después, que esa noche nació su hija, a quien decidieron llamar Erisa, por la unión de sus nombres.

No me desplome después de eso, era imposible caer mas bajo de lo que ya estaba, llorar mas de lo que ya había llorado. Pero si logre entender mi realidad y como si estuviera apenas saliendo de un trance, pude ver con toda claridad el disparate que había hecho, como yo solita había vuelto todo en mi contra.

siento un vacío dentro de mi, pero ya no estoy desesperada, todavía no se de que manera pero pude recobrar la paz y desprenderme de la idea obsesiva de permanecer con Enrique. Yo no se que me paso, ni yo me encuentro en todas las cosas que pasaron.

Enloquecí, de una forma tan estupida, pero a la vez tan común, tan igual a la de muchas mujeres y hombres con una necesidad desesperada de no perder un amor, aunque no sirva, aunque haga daño. Algo muy fácil de criticar pero bastante difícil de vivir. Mi admiración a aquellos que fácilmente cierran los capítulos inconvenientes de sus vidas. A mi me costo bastante.

Hoy no soy la novia, Arisa ya no es la embarazada, tampoco la ex,  mientras el continua siendo el padre, el novio y el ex...  El ex mio y el novio de Arisa.

A mi con esta paz me basta, yo solo espero que no me abandone.

martes, 25 de diciembre de 2012

Este sabor agridulce de la Navidad


Detesto los cliché, los temas repetidos y esas frases cortas que por si solas carecen de sentido, porque acorde con mi sentir no expresan nada. Como: ¨Feliz cumpleaños¨, ¨HBD¨, ¨Feliz Navidad¨, ¨Felices fiestas¨, ¨Lol¨, ¨Buenas¨,  y así…

Por eso pongo los ojos en blanco días como los de Nochebuena y Navidad en que todas las redes sociales repiten una y otra vez el mismo mensaje hueco.

Lo interesante de la Nochebuena es que casi todos hablan de sus familias, de lo bonito que es estar con ese grupo de personas que te ama de manera muy distinta al resto y que vemos muy poco en comparación a lo que quisiéramos… Ay la realidad, que lejos esta a veces.

 Lo mas chistoso de mi Nochebuena es que justo después de la medianoche mis amigas comenzaron a hablar por el grupo de whatsapp que tenemos y después del detestable ¨felices fiestas¨, comenzaron a ser sinceras.

¨Aquí hace rato que se daño la fiesta, mis tíos ya encontraron tema para discutir este año y todo el mundo anda en desencanto¨, escribió Lolita

¨Bueno, que decirles… Aquí todo el mundo se acostó y yo estoy toda cambiada, peinada, con deseos de hablar sentada sola en el balcón, tecleo la romántica de Marivi.¨

Todas concluimos en un casi coreado ¨por eso es que nunca voy a nada de lo que hacen¨.
La pregunta que me hago es ¿qué es lo que pasa que al reunirnos todos superan los defectos y las diferencias a esa alegría de reencontrarnos?

Vivimos diariamente en una selva donde cada cosa hay que lucharla, le dolemos a muy poca gente, la indiferencia esta a la orden del día y la soledad es un mal de todos.
Por eso los abrazos, la estabilidad y la comprensión es vital tenerlas fijas en un lugar, que en el mejor de los casos se llama hogar. 

Contar con un grupo de personas que esta siempre en todo y para todo lo tuyo, lo bueno, lo cotidiano, lo difícil. Gente atada a tu vida con lazos indisolubles. Es una necesidad, una bendición.

Por eso no entiendo porque estas fechas terminan siendo tan agridulces en el clan al que pertenezco. Es como si cada uno metiera la mano en un bowl con papelitos que nos indica a cada uno el rol que en esta ocasión nos tocara interpretar.

Mi tio Frank fue esta vez el amargado. Acostumbrado a irse de lado borracho cada año, esta vez tuvo que abstenerse porque hace tan solo un mes sufrió un pre infarto. La falta de alcohol lo lleno de amargura y se mantuvo callado en una esquina casi toda a noche.

Mi prima Lana esta estrenando marido este año y eso la tiene muy metida en el personaje de la súper ama de casa. Dijo que cocinaría el cerdo de la cena y ha sido todo un fracaso, la carne esta hecha un chicle sin nada de sabor. Nadie lo admitió en voz alta pero todos ignoramos la carne y eso la llevo a llorar desconsoladamente en  un mueble.

A la hora de la comida, propusieron dar las gracias y hacer una oración por la ocasión, pero nadie quería hacerlo. De mala gana y con prisa uno de mis primos hizo finalmente la oración, unas palabras tan mecánicas y atropelladas que para decirlas era preferible el silencio.

Todos comieron sin que nadie tuviera nada que comentar, un grupo tan grande de personas y todos muy metidos en su mundo, sintiéndonos incómodos unos con otros.

¿Dónde quedo la nostalgia de vernos?, ¿El agradecimiento de contar el uno con el otro?, ¿La capacidad de entender el milagro que nos une?

Me aprieta el corazón y me entra una desilusión mayúscula, porque  parece que todo esto  que pienso son solo conceptos románticos.

La verdad es que en mi familia nadie soporta la Navidad y esa cena obligatoria de los 24 de diciembre menos.

Si me preguntaran que hacer, yo cancelara esta obligación. Que cada quien viera al otro en estos días como y cuando quiera, pero que no falten los abrazos en esos encuentros, porque son un verdadero respiro para el alma, una necesidad constante e inmensa que al menos yo siento y siempre agradezco recibir de ellos.

Este sabor agridulce de la Navidad, solo fuera divertido si se tratara de un plato de comida china integrado al menú de la noche. Pero como no es el caso, pues yo prefiero dejar pasar estas fechas o reformarlas por completo para que tengan un sentido y podamos decir sintiéndolo que es una feliz Navidad.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Un absurdo plan de vida



Tengo 25 años y se siente exactamente igual que tener 24, 22, 19 y demás,  lo único que ha cambiado es que en este punto ya me queda muy claro que la mayoría de las cosas son mentiras.

Mis 25 han sido como ese día en el que te enteras que ni Santa ni los reyes magos existen, que todo lo compran tus padres y que por eso nunca pudiste aquella costosa petición que no estaba al alcance del bolsillo familiar.

Y he caído en cuenta de esto hace algunas semanas cuando mi entusiasta prima de 15 años se acerco a mi llena de energía e ilusión para que la ayudara a decidir que carrera podía ser la mejor para ella.

¨Si estudio ingeniería podría ganar mas dinero y no tendría que trabajar todo el tiempo, entonces podría estar mas tiempo con mi esposo y mi familia en casa. Si estudio arquitectura, tal vez podría trabajar desde mi casa, pero aunque es muy bonito no todo el mundo llama a un arquitecto, los ingenieros son mas imprescindibles¨, este fue el razonamiento de mi joven prima, la cual jamás imagine ya tendría en su cabeza tener una casa, un marido y muchísimo menos el cuidar la calidad de tiempo a dedicarles.

Tuve la tentación de decirle que no planeara tanto, que de esos planes tantas cosas cambian en el camino y uno va dejando los pedazos del corazón en el proceso hasta entender  cual es la realidad de las cosas.

Yo por ejemplo, quería ser una gran profesional, en cualquier cosa que fuera mi vocación (aun no sabia que seria), porque me dijeron que cuando estudias eres importante y ganas buen dinero. Además cuando adquieres un titulo la gente tiene que respetarte… La realidad es que no todos los que estudian consiguen mejores trabajos o puestos en algo afín a lo que estudio, aquellos que si lo logran tienen que pasar por muchas cosas y si, hay bastante de aguante, de irrespeto y hasta de esclavitud en el proceso.

Y en cuanto al sueldo… Habrá mas y menos dichosos, pero en mi caso, me tomo años lograr tener un sueldo decente.

El tema del marido, la casa, los niños, uff… Particularmente, esta parte de la vida ha sido la mayor de las desilusiones, porque es el reto mas grande que cualquiera pueda asumir, pero te lo pintan tan fácil y natural que te sientes una extraterrestre por no verlo así.

A mi nadie me dijo que el amor no era suficiente para que una relación funcionara, tampoco que los hombres y las mujeres por mucho que nos gustemos no dejamos de ser abismalmente diferentes, es increíble que alguien haya decidido que tendríamos que elegirnos como compañeros de camino. ¡Que idea tan desquiciada!.

Encima, hace muy poco me entero, que luego de ser criada con la idea de que yo no existo para resolverle la vida a ningún hombre, dos de mis amigas casadas me dicen que uno debe aguantar bastante para mantener funcionando una relación, hacerse la loca, dejar pasar, llorar a solas sin que ellos se enteren, que no importa que te ignoren, que no te entiendan, que olviden ser cariñosos y detallistas, pero encima de todo esto  hay que tratar ellos encuentren complacencia en nosotras.

El matrimonio es tragar sangre y hierro, me dijo una de ellas. Dándome a entender que si yo tenia la idea del ¨Y fueron felices por siempre¨  o ¨Esto va a ser mejor que ser novios¨ después de la boda, estaba mas que loca y perdida.

¿Cómo proceso esto?, después de 25 años creyendo otra cosa, ¿por qué si esto es así nadie me lo dijo antes?

En fin, un panorama no apto para adolescentes o gente feliz e ilusionada… Quisiera decir que soy yo en mi faceta mas pesimista, pero lamentablemente son cosas que la vida ha ido explicándome a trancazos. Algunas todavía no las creo.

 No, no le diré nada de esto a mi prima, mientras mas pueda conservar sus ilusiones mas fácil se le hará existir. Es mas, ojala vendieran la ilusión por onzas para yo invertir una quincena y comprarme un poco.

Nada es como lo imagine, como lo planee o como yo quisiera, la vida que me toco es mas parecida a una carrera de obstáculos en la que hay que mantenerse corriendo aun cuando se te olvide en el camino porque corres y cual es el sentido, si te extravías analizándolo de inmediato aparece una cerca que saltar solo para que regrese tu concentración en el camino y continúes corriendo.

Yo quisiera poder parar la carrera, aligerar mi equipaje para ir mas cómoda y caminar disfrutando el camino. Todavía no me entero si cuento con esta opción, por el momento sigo corriendo.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La normalidad, el amor y los tiempos


Yo no creo en los ¨tiempos¨ que piden muchos en la relación.

Hasta este día yo nunca he necesitado pedir uno, y hoy, no es que lo pida, mas bien aprovecho este silencio para pensar con la cabeza en equilibrio.

Enrique habita el lado izquierdo de mi pecho desde hace meses ya, esto me quedo bastante claro, sobretodo en estos días que le he extrañado tanto. No, no anda de viaje, ni estamos peleados, tampoco es el trabajo. 

El entra con alegría y gran alboroto a mi vida, me vuelve el mundo una fiesta y sin explicar ni yo poder comprender, apaga la música, camina hacia la puerta y se ausenta por días y días.
Su único argumento es que ¨el es asi¨, pero ¿así como?, ¿así de inconstante?, ¿así de indescifrable?, ¿así de extraño?

Me he puesto celosa, le he investigado todo, como buena alumna de CSI y todas las demás series de investigación (ninguna me las pierdo), pobrecito porque tengo una habilidad y una puntería impresionante para buscar y encontrar. Deberían contratarme en algún departamento de criminología.

El hombre esta limpio, no me esta engañando con nadie, tampoco emite las señales de ¨hombre distraído con otra falda¨.

Solo me queda esta vaga explicación de que ¨el es asi¨…

Me he dicho a mi misma ¨ok, tal vez no recuerdes muy bien como era esto de tener novio, o quizás tengas que acomodarte a esta forma tan independiente y extraña de el ser¨ e intento hacer mi vida sin contar con el o hablarle mucho.

Aunque no se supone que una pareja debe ser así de distante, ni uno debería de sentir miedo de hablarle para no molestar o estar la mayor parte del tiempo en una crisis de ansiedad, sin saber que pasa o cuando pasara.

Y cuando soy yo la que quiere estar acompañada, cuando soy yo la que quiere sentirse amada, ¿qué pasa conmigo?, ¿Por qué es que no tengo siquiera la posibilidad de pedírselo?, porque si lo hago se enoja y entonces tarda muchísimo mas en volver.

Pero entonces el regresa, modalidad torbellino, con toneladas de amor y mimos, quiere estar conmigo todo el tiempo, me habla a todas horas, reclama mi presencia desde que se despierta, una manifestación abrumadora que me lleva al punto del ahogo.

Luego pasamos al silencio y la distancia, entonces mi corazón se queda colgando con sus dudas, su ausencia y el malestar que esto provoca en mi.

El amor no debe ser así.

Sospecho que esto no esta bien, se que la ¨normalidad¨ es un concepto subjetivo, pero si en algún país del mundo esto es normal, el debería mudarse allá y yo permanecer bien lejos. Este sube y baja emocional me esta enloqueciendo.

Esto no le hace bien a mi corazón y mas que enamorada ando nerviosa, pendiente del celular, queriendo que amanezca y anochezca rápido para ver si le pasa el hechizo y regresa. Mortificada cuando vuelve porque no se el momento en que volverá a marchar.

Tal vez me precipite creyéndome esta historia, dejándolo entrar a mi corazón sin siquiera dejar que las cosas sucedieran. Quizás se me hizo tan increíble que no pensé.

Oh Yuyita, ¿cuándo dejaras de pensar con el corazón?

Lo adoro, me enloquece, pero ya yo se lo que es dejar en manos de otra persona tu estado anímico, tu estabilidad. No puedo permitirle a nadie mas que mantenga mi corazón colgando en la incertidumbre.

Ya lo viví con Leonardo y esto no puede pasar una vez mas, el que esta tiene que estar o deberá irse. Así como las clases de la universidad que después de un numero especifico de faltas repruebas inevitablemente  la materia.

Enrique ya ha quemado varias materias conmigo, a estas alturas ya se gano la expulsión.