domingo, 4 de noviembre de 2012

Mi realidad vs la realidad ajena


Desde hace un tiempo a la fecha mis amigas se dividen entre las que se declaran miserables y las que son inmensamente felices. No, no hay términos medios.

Yo, de unas y de otras me he alejado, deseando con todas mis fuerzas encontrar gente que este como yo, simplemente viviendo, sin exceso de felicidad ni en medio de un vendaval existencial.

Las de inmensa alegría, intentan convencerme de que necesito lo que ellas tienen para estar completa, para conseguir su nivel de éxtasis. 
Las de tristeza y dolor, me arrastran a un lugar oscuro del pasado, de donde no creí iba a poder salir y en el cual no quiero ni pensar.

Si, me siento mala amiga, mala persona también. Pero yo no hice las reglas, el mundo gira todos los días con milagros y desgracias por montón, a cada quien solo les toca llorar o celebrar las que les asignan, y claro, aquellas que le son muy cercanas.

Una de las cosas que aprendí en mi más reciente crisis de vida, es que mientras más uno revuelve las miserias, más se lamenta y más las piensa, más se aferran ellas a uno, estas se van fusionando contigo, se convierten en tu himno, tu escudo, y si las dejas, hasta en tu cedula de identidad. Encima se empeñan en contagiar a todo el que puedan, si los demás se descuidan y lo permiten.

Algo de mi rechaza los contagios de emociones, será que con el tiempo uno aprende a cuidarse la salud mental… Lo peor es que buenas o malas, las emociones se quedan contigo sin tener nada que ver con tu realidad. Ya a estas alturas yo me cuido y les tengo más asco que a la tos o el estornudo viral de cualquiera.

 He renunciado a las películas empalagosas, femeninas y cursi, así como la española y popular ¨Tres metros sobre el cielo¨, que encima tiene una continuación. Porque si la veo estando soltera me hace sentir miserable y desesperada por encontrar ese alguien. Y si estoy en una relación, siento que con quien estoy no es lo suficientemente wow, como aquel protagonista y aquella historia.

He tenido un pleito fuerte con la famosa trilogía ¨50 sombras de Grey¨, es una propuesta insulsa para quienes estamos acostumbrados a la lectura, pero bueno lo he asumido como una tarea de marketing. Entender lo que le gusta a las masas.
Vuelo páginas enteras, me harta exceso de descripciones sexuales, la poca creíble potencia de ese hombre inagotable, lo repetitivo de sus diálogos e ideas. Pero ok… Admito que llega a partes en las que atrapa mi atención y me hace entrar en el ¨mood¨ Christian Grey, no en lo sado, pero si en lo cursi, en lo seducida, en lo enamorada de ese personaje tan paradójico que juega con el poder, la humillación, los golpes y el sexo, pero además es capaz de bajar el cielo por su amada, ser tan expresivo como soñamos fueran todos y encima estar buenísimo y podrido en dinero.

Si… Me trauma, al terminar de leer par de paginas quiero que Enrique me llame y me diga todo lo que le dijeron a Anastasia Steele, que busque un helicóptero y volemos de una ciudad a otra solo para cenar. En fin…

Un día en que estaba sumergida en esta lectura, se me ocurrió llamar a Enrique como esperando provocar en él la inspiración de decirme todo lo que yo era para el, escuchar cosas tan exageradas como que no podía vivir sin mi, y cursilerías por ese estilo. Yo con la expectativa por las nubes lo escucho responder el teléfono y decirme con desgano… ¨Estoy dormido¨, lo que es sinónimo de ¨hablamos después¨. Obviamente colgue.

Llamando Yuyita a tierra… Y aterrizo.  

Esta es mi realidad, y me hace quedar por encima de mucha gente que esta pasando por momentos muy difíciles y aunque eso me encoje el corazón, no hay mucho que yo pueda hacer.
Esta es mi realidad, aunque quede por debajo de tantos cuentos de princesas, castillos, dragones y príncipes, es mi realidad porque la elegí, y si bien quisiera que a veces lloviera confeti mágico del cielo y algunos momentos tuvieran fanfarria, lo que me toco lo elegí porque es lo que quiero.

Estoy conforme y me dedico a disfrutar de este cuento que es humano, es real, pero dependiendo de cómo lo veas, es hermoso, casi un milagro; porque después de aquella tormenta emocional de la que no creí poder salir, ya al fin todo esta en paz, equilibrio y armonía.

Todo el que ha vivido cosas difíciles, sabe que esto es mucho más que suficiente para sentirse conforme con la vida. Yo lo estoy.