domingo, 6 de noviembre de 2011

Números



Cuando tenía diez años, aún era una niña regordeta que jugaba con muñecas, pero sobretodo era una niña y ese era mi problema.
La mayoría de mis compañeras de colegio dejaban atrás la niñez para pasar a ser ¨señoritas¨, al menos eso nos decían sucedía en el momento en que la menstruación hacia su primera aparición en nuestras vidas.
¿Y a ti ya te llegó?, era la pregunta mيs común para aquellos días, yo sentía mucha vergüenza cada vez que respondía ¨no, todavía¨.
Y mientras a las demás se le comenzaban a marcar las anheladas curvas del cuerpo, el mío seguía siendo una sola y gran curva: la de mis libras de más.
Tanto tiempo dedique a torturarme y a presionarme con ese tema que llegue al punto de la depresión. No entendía por que la naturaleza no me ayudaba, por que a todas les pasaba y yo seguía en el banco de espera.
Me sentí inferior a mis compañeras, en desventaja total y con la impotencia de no poder hacer mucho para cambiar la situación.
El tiempo paso corriendo, con una rapidez casi igual que sucede en las películas y novelas. Todas nos convertimos en ¨señoritas¨, tuvimos amores escondidos, públicos, paso la graduación de la escuela y hasta la de la universidad, algunas van por la maestría, otras por el tercer hijo.
Casi todas tienen pareja, están casadas, en unión libre y en la fascinante misión de encargar los hijos a la cigüeña (de forma intencional o accidental).
Y las que no están en esa lista actualmente, se encuentran en la misma posición que estuve yo en mis diez años: en la banca de espera y sugestionadas por la presión social y la propia.
No es un asunto que les pase a todas, claro que no, por ejemplo yo aun no supero el hecho de que mi adolescencia ya paso y sigo teniendo la sensación de que me faltan tantas cosas por vivir antes de empezar el plan proyecto familiar.
Pero entonces entra el asunto de los números en el juego.
Mi abuela dice que esta es la edad para tener hijos, primero porque hay que tener fuerzas para parir y criar, segundo porque el tiempo es limitado para las mujeres, después de los 35 tener hijos es un asunto riesgoso y tercero porque más que asegurar pareja hay que asegurar los hijos, tener familia es lo que importa.
Si es el asunto es así, entonces hay que correr, estamos hablando de diez breves años como tiempo limite. A correr como lo hice para terminar la carrera universitaria justo a los 4 años, a correr como todos los días para cumplir los compromisos laborales antes de determinada hora o día, a correr como lo hice en mi adolescencia para adelantarme a entrar al mundo adulto, a apresurar las cosas como en tantas relaciones sentimentales que no llegaron a ningún lado.
Si todos corren hay que correr, porque nadie quiere quedarse atrás.
Y todo se mide en números, importa la edad, el sueldo que tengas, el año del carro en el que andas montado, el precio que tiene la ropa que usas y hasta los números que indiquen la balanza cuando te subes a ella.
Los hombres no son ajenos a esta situación, ellos son los que más cuantifican todo.
Se preocupan por perder la virginidad primero que todos sus amigos, por ser el que mas numero de mujeres tenga, por tener la mayor cantidad de encuentros sexuales a la semana, por ser los que mas tiempo duran teniendo sexo o los que poseen el pene con más centímetros.
En conclusión, los números importan, nos presionan, nos encasillan, nos definen.
Ese reloj invisible nos mantiene atentos con su tic tac, nos amenaza los sueños, la tranquilidad, el amor y nos hace sentir en jaque mate cuando vemos aparecer ciertos números.
Wow, ya tengo 25, cumplí 30, uff ya voy por los 40, llegue a los 50.
Solo me he enamorado una vez, he tenido 10 empleos, tengo 3 hijos, no he tenido ningún logro, he visitado 10 países, mi cuenta de banco guarda una cantidad de seis cifras…
¿Tendrá razón mi abuela?, a veces pienso que si, la mayoría del tiempo no lo pienso.
Me sacude el mundo cada vez que una de mis amigas me dice que va a casarse o a tener un bebe, porque me hace pensar si ellas habrán cedido por presión o serán sus reales anhelos.
Me pregunto si realmente la naturaleza te hace sentir esa necesidad de crear vida o no es algo mas parecido a lo que nos decía la profesora de matemáticas en el bachillerato:
¨Ustedes son como las vacas, donde va una se van todas aunque no sepan el por qué¨.
Lo dijo ella, que sabe mucho más de números que yo…