Yuyita Flores vive luchando con la vida y los amores; en su diario relata dichas y desventuras tan femeninas como humanas, de seguro encontraras algo de ti en ella.
Completamente sumida en mis pensamientos estaba cuando me percate de que la mirada de un conductor estaba concentrada en mis pasos, con deseos de ser invisible me apresuré, dos segundos después brincaba del susto cuando el enamoradizo chofer chocó a otro vehiculo en plena avenida, provocando de manera instantánea una fila de carros en espera de que despejaran la vía para continuar el trayecto.
El ruido de las bocinas se podía escuchar a calles de distancia, los pasajeros gritaban desesperados por llegar a sus destinos, el caos imperaba pero no hubo más remedio que esperar a que los conductores discutieran, se amenazaran y hasta se enseñaran bates de béisbol para que finalmente movilizaran los autos y todo volviera a fluir con normalidad.
Yo había provocado aquel desastre y aunque fue una situación muy incomoda y peligrosa, mentiría si dijera que no me sentí un tanto importante por eso.
Recordé la expresión ¨una mujer que detiene el transito¨, y por primera vez en mi vida, con mis escasas 110 libras, puedo presumir de ser una de esas mujeres…
Ojalá un Amet no se de cuenta de mi peligroso efecto al cruzar las calles...
Siempre he admirado la habilidad de algunas mujeres para enamorar a los hombres o simplemente ir en conquista del hombre que les gusta. Porque yo crecí viendo en las novelas y películas en la que ellos eran los que se enamoraban a morir de las féminas a tal punto de lanzarse de un paracaídas si lo requirieran las dificultades solo para demostrarle a esa mujer que es lo único que quiere en su vida… Cuando la realidad es que cuando no les haces caso, te tachan de su lista y no tienen pudor para en tu misma presencia enamorar a cualquier otra que se aparezca. Sé que la vida es así, pero por más que lo intente no me atrevo a dar el primer paso para que se de un acercamiento que más adelante permita un romance... Aún así estamos en el siglo XXI y creo que hay que hacer uso de todas las herramientas que se encuentren al alcance para lograr ser feliz; por eso cuando un completo, pero atractivo, desconocido detuvo su jeepeta para caminar a mi lado y pasarme su tarjeta, aunque mi instinto me llevaba a rechazarlo y hacerme la difícil , para mis adentros pensé que tal vez era mi oportunidad de tomar la sartén por el mango y no dejarle a otros el rumbo de mi destino amoroso. Si digo que fue fácil autoconvencerme para llamarlo, mentiría, pero al final de la tarde entre en el rol de ¨mujer fatal¨, sintiéndome una super bomba sexual lo llame y lo invite a beber un trago en uno de esos barcitos caros donde te venden agua con hielo a doscientos pesos porque están de moda, pero como no quería quedar como la mas chusma preferí elegirlo para mi primera cita con el chico de la jeepeta. Llego con uno de esos perfumes que inundan los sentidos y con una sonrisa hermosa que parecía irreal le di la mano para estrecharla pero prefirió besarla y decirme que estaba hermosa (cuando lucía exactamente igual que cuando me vio en la mañana). No podía ser mas galante o simpático, cada cosa que decía me ponía llorar de la risa, ya hasta sentía vergüenza porque la única voz estruendosa en el bar de niñitos ricos era la mía, a él no parecía importarle, a mi tampoco. Llevábamos media hora conversando amenamente cuando me percate de que en todo el rato que teniamos juntos no me había preguntado nada de mi vida personal, ni siquiera se había molestado por preguntarme mi edad, preferí obviar el asunto y mejor enfocarme en la grandiosa decisión que había tomado al llamarlo. Iniciaba a contarme lo que parecía una anécdota cuando el sonido de su celular lo interrumpió y pude alcanzar a ver en la pequeña pantalla del movil la imagen de un niño. De manera instantánea le pregunte si era su hijo, orgulloso me respondió que sí. Sorprendida lo mire en silencio para luego escucharlo decir que era casado. De inmediato me fije en sus manos y me limite a preguntarle ¨¿Y por qué no traes anillo?¨, sonriente me respondió: ¨Porque soy alérgico a los metales…¨ En mi mente comenzó a sonar la suave melodía de ¨El hombre perfecto¨… Es que me había topado con uno… Que se le va a hacer Yuyita.
Es lunes por la mañana y al contrario de muchos otros lunes, este no me pesó, a pesar de haber hecho mi larga travesía diaria a pie, otro trecho en la incomodidad de un carro público y la persecución del rabioso sol que desbarata cada mañana mis esfuerzos por llegar decente al trabajo. Una vez más llegue despeinada, sudada y llena de bultos, pero esta mañana en particular algo lo cambió todo, mi cara de ¨jarta de pasar tanto trabajo!¨ se desvaneció con solo verla allí erguida y esplendorosa dándome los buenos días justo encima de mi escritorio. Era una rosa amarilla y sin dudas era para mí… Tenía una notita colgando que decía Yuyita escrito en tinta azul. Sin importar quien fuera el responsable de la hermosa invasión que había recibido en mí puesto de trabajo, desde antes de abrir la nota para mí ya era un príncipe, porque un hombre que te llena la mañana de un lunes con una rosa no puede ser otra cosa…(Hasta rimó) Tal vez este exagerando, pero sé que muchas féminas me entienden, porque a pesar de que se lo decimos a diario, se lo dicen las películas y un millón de canciones populares ellos no terminan de entender que las mujeres somos la cosa más tonta para agradar y que necesitamos de esos detallitos en nuestra existencia para inyectarle animo a la vida y sentirnos de alguna manera especiales. Igual ellos hacen caso omiso a esto y no nos queda de otra que recordar con insistencia aquellos días en que lucharon por conquistar nuestra atención (para luego dejarla perder y querer despues reclamarla). Una de las mejores cosas de estar soltera es poder gozar nuevamente de los esfuerzos de ellos, aunque el paso del tiempo nos haga desagradablemente más conscientes de lo efímero que suele ser ese deseo de bajarnos la luna y las estrellas. Sin embargo, no le permití a esos pensamientos arruinarme mi momento y abrí la pequeña notita que se limitaba a dos palabras sin firma: ¡Estas hermosa! Podría ser Leonardo o el prometedor enamorado del que me habló la bruja. ¡Hay tantas posibilidades! No he podido dejar de sonreír en todo el día, olvide las contrariedades por las que ultimamente he pasado,olvide el calor que no me deja ni pensar con claridad y el hecho de es un lunes y aun queda toda una semana de trabajo. No recuerdo la última vez que de verdad me sentí valiosa, pero esa simple rosa me hizo revivir la sensación, me hizo recordar que estoy viva, me hizo sentir mujer…