domingo, 25 de septiembre de 2011

La llamada


Dorita se ha propuesto conseguirme novio, lo ha dicho con gran decisión y yo que la conozco sé que no está bromeando. “Te vamos a buscar un novio”, me dijo, incluyendo en la misión a su amado, que probablemente se entero de la resolución de su novia en ese justo momento.

Yo intente abrir la boca para explicarle lo que en verdad pienso al respecto pero elegí el silencio, igual mis palabras no valen mucho cuando hablo de ese tema. La gente cree que miento cuando digo que en verdad no estoy muy interesada en cambiar mi estado civil a “en una relación”.

Parece que nadie es capaz de entender que en verdad mi corazón se siente cansado, que he estado tanto tiempo jugando a la pareja feliz que me perdí a mi misma en el camino. Hay mucho de mi que no sé, nunca me había detenido a escuchar mi silencio, tenía tanto miedo de estar sola, huí tanto de eso, que me perdí de mucho.
Tanto que corrí de mí, para al final darme cuenta que estar sola conmigo no tiene nada de espantoso, triste o infeliz. Me he llevado la sorpresa de que soy mejor compañía de lo que pensé.

No me cierro a nada, pero por ahora sería genial permanecer así el mayor tiempo posible…

Eso no lo entiende nadie, que se le va a hacer… Ya no doy más explicaciones, elijo el silencio.

Dorita cumplió su palabra, tres días después estaba en el cine presentándome con un apretón de manos a un joven de nombre Argenis, un galán que mi amiga consideraba era perfecto para mí. Claro, eso me lo dijo después de que me engañara diciéndome que íbamos solas al cine y se apareciera con su novio y el mencionado prospecto.

Ahogue la ira con las palomitas de maíz y trate de ni mirar al tipito ese que me llevaron para acabar con mi soledad.

A mitad de la noche me dio algo de apuro ver al susodicho pasándola tan mal, como con vergüenza al lado de una extraña que lo rechazaba. El quizás ni siquiera estuvo de acuerdo con ir a esa cita a ciegas, tal vez me vio y ni le guste, la estaba pasando tan mal como yo y para ser honestos, no creo que tuviera la culpa, así que decidí alivianarme y al menos hablarle para que no fuera tan vana la salida.

Comenzamos a conversar, lo mire con atención y me di cuenta de que no se veía nada mal. La conversación fluía, no me sentía extraña ni incomoda, pasaron algunas horas, de pronto ya solo hablábamos él y yo solos; Dorita ya estaba en otra esquina con su novio.

Ya era hora de irnos, me dijo que no usaba blackberrys ni chats, pero si llamaba a quienes le importaban y estaba muy interesado en tener mí numero. Yo algo entusiasmada se lo di. Nos despedimos con un apretón de manos y un “te llamo mañana”, que me susurro al oído.

Bueno sí, es verdad que me gusta esta nueva etapa de yo conmigo misma, pero que más da, yo con alguien más tampoco es que sea una cosa trágica, así que… Me doy permiso para ilusionarme y esperar esa llamada.

No me envió ningún minimensaje esa noche, pero bueno, cero obsesión Yuyita, él dijo mañana y aún no amanece.

Hago el ritual de cada lunes con más calma de lo acostumbrado, como si perdiendo el tiempo fuera a lograr invocar su llamada o algo parecido.

Pasaron las 9, las 10, las 11… Ya eran las 2 de la tarde y mi celular no había sonado ni por equivocación. Puros mensajes del bb chat, todos me molestaron, porque ninguno decía lo que yo quería leer, o más bien oír: la voz de Argenis.

Ay corazoncito traicionero, que poca fuerza tienes, tan decidido que andabas ayer en la tarde y ya mira como te derriengas por una posible amenaza de cariño.

No deje de mirar el celular en todo el día, lo apague, lo encendí, lo reinicie, revise más de tres veces los mensajes de voz… El aparato estuvo conmigo en el baño cuando me duche, en la mesa cuando almorcé, en mis piernas cuando estuve manejando, en fin, no lo solté el día entero.

Ya a las 10 de la noche me sentía atormentada, una impaciencia muy parecida a toda la infelicidad que durante los últimos meses viví con Leonardo; por primera vez en tres meses, mi felicidad no dependía de mí, otra vez dependía de alguien más, de lo que alguien más hiciera o dejara de hacer por mí.

Yo otra vez en esta situación, no puede ser. Por más bello, agradable y prometedor que sea, en este preciso momento Argenis sale de mi sistema, decidido esta. No espero más su llamada porque ya mentalmente le dije que no, he decidido que no me interesa.

No puede ser que uno sufra solo por sufrir y no aprenda de esas experiencias, por mucho tiempo me costó demasiado ponerme primero a mí, aprender a decir que no y velar por mi bienestar antes que por el de nadie. Pero ya eso quedo atrás y con Argenis pruebo esta nueva Yuyita que soy.

Como dicen popularmente: te pue’ cuida’, toy pueta pa’ mi… Y con eso Argenis te doy fin, ya no estoy como para andar el día entero mirando un teléfono esperando que un fulano me llame, etapa hipermegasuperada.

No me costó nada levantarme al día siguiente y empezar mi día como siempre sin pensar en llamadas ni ilusiones estúpidas, seguí mi ritmo de vida muy normal y a las 4:43 de la tarde sonó mi celular.
Era él, Argenis, me saludo con alegría y aunque quise responderle igual me contuve, fui fría y le corte la llamada al minuto exacto, le dije que estaba manejando y ya la luz estaba en verde.

Como escena de película, justo cuando colgué, Dorita entro a mi oficina, había corrido solo para contarme que Argenis estaba todo golpeado, con un brazo roto en su casa, el día anterior camino al trabajo lo atracaron y golpearon.

Demasiadas coincidencias, estas cosas solo las he visto pasar en las telenovelas, pero era real y sí, me estaba pasando a mí.
Jamás pensé que una situación tan desafortunada me fuera a alegrar tanto el corazón, pero así fue.

Al día siguiente fui personalmente me disculpare llevándole un nuevo teléfono móvil, es sencillito, nada ostentoso, muy barato, pero sirve muy bien para que me llame... Y desde entonces, él no ha dejado de llamarme un solo día.