sábado, 17 de julio de 2010

El vestido de flores


Desde que me probe el vestido de flores me enamore de él y ni siquiera la sospecha de que era una pieza realmente fea me hizo dejarlo colgado en la tienda tal y como lo encontre. Mis primas no hicieron comentario alguno cuando se los mostre en el probador; las ignore, al igual que ignore la mueca que hizo mi madre cuando me lo vio puesto en la casa, luego de que muy emocionada saliera del baño para mostrarle mi nueva adquisición.
Nada de eso me importo y con cuidado colgue el vestido en mi clóset, esperando con ansias el día de mi cumpleaños, fecha en la que estrenaría el floreado diseño…
A pesar de que hace años me jure no volver a hacer una fiesta bajo ninguna circunstancia, este año estaba convencida de que era lo que deseaba.
No fue hasta que comence a sentir el estrés de tener bajo control cada detalle del evento cuando recorde porque había tomado esa determinación años antes.
La selección del bizcocho, la búsqueda de un lugar económico donde comprar un arreglo espectacular de globos para la mesa principal, la selección de los invitados, el miedo a que no asistiera nadie o a que se juntaran personas que no se podían ni ver y otras tantas cosas que solo le corresponden a Dios manejar, pero que yo siempre creo que puedo y tengo que controlar, me comenzaron a enloquecer.
Una vez armado todo, entre en pánico, creí que todo iba a ser un fracaso y más de tres veces hice el amago de desbaratar el asunto, pero me controle y con más miedo que alegría, la noche esperada, llegue al lugar elegido algo encogida y nerviosa… Solo se me antojaba correr.
Entonces él entro por la puerta y toda mi histeria se evaporo, se llama Alvaro y me hace suspirar desde el primer momento en que lo vi, cuando aún era tan joven que ni podía decir que era una adolescente.
Nunca pense que respondería a mi invitación, menos aún que aparecería en mi fiesta con su sonrisa y su porte de príncipe a felicitarme por haber nacido. Eso fue lo mejor de toda la noche, eso y estar luciendo mi vestido de flores.
Minutos después la atención de mi idealizado príncipe se enfoco en el alcohol y en las piernas de otras chicas a las que se paso la noche bailando y enamorando; nunca más se dirigio a mi en toda la fiesta.
Diferente a lo que imagine, el lugar se lleno de gente y no daba abasto para recibir tantos abrazos y felicitaciones. Más de la mitad de los que estaban allí presentes eran completos desconocidos para mi y de la otra mitad restante solo diez eran realmente cercanos.
Y de aquel montón de personas, solo a uno se le ocurrio sacarme a bailar; yo que había planificado bailar hasta que tuviera que quitarme los zapatos, hasta ese momento estuve penando, huérfana de compañero de baile, por eso me sentí hasta agradecida con aquel samaritano a quien se le ocurrio que yo podría estar deseosa de bailar.
Menos de un minuto después me hizo cambiar de parecer por completo.
No sé si yo no lo seguía o él no me podía seguir a mi, el caso es que no coincidiamos en los pasos y el baile se hizo un ejercicio forzado y sin sentido… Yo solo quería que se terminara el merengue para abandonar aquel insulso vaivén; pero el tema se hizo eterno y yo ninguno de los dos podía disimular el hastio de seguir pasos sin sentido.
Ya eran las 11.30 de la noche y mis esperanzas de que Leonardo apareciera de sorpresa perecieron sin remedio, ni siquiera un minimensaje de él había recibido en todo el día… Yo sé muy bien que él no es un hombre de sorpresas, pero ni aún así logro resignarme a su desatención y a las desilusiones.
Abrumada, frustrada, decepcionada, amargada, eran algunos de los adjetivos que describen como me sentía en el momento en que salí disparada para el baño de la discoteca a llorar sin consuelo y sin que me importara que el maquillaje se me convirtiera en una máscara de payaso triste con la lluvia copiosa de mis penas.
Una vez calmada y un poco más compuesta me prepare para ver el desastre en el que me había convertido al darle rienda suelta a mis emociones y lo que vi en el espejo fue diferente a lo que espere.
Realmente mi vestido de flores era un horror y hasta ese momento estuve engañada pensando en que lucía espectacular, cuando realmente parecía más un robalagallina que otra cosa.
Entonces fue cuando sentí una urgencia de quitarmelo y dejar atras todo lo que había armado solo para lucir el susodicho vestido de flores. Desde antes de entrar a mi casa empece a desabotonarmelo, me lo quite, se lo puse en las manos a mi madre y le dije: “Desaparecelo!, es lo más feo que he visto en mi vida”

lunes, 12 de julio de 2010

Vamos a fingir que los sentimientos no existen


El me confeso que busco la muerte y yo me sentí ofendida, sabía que no estaba mintiendo porque vi las marcas en sus brazos, eran profundas, decididas, pero desacertadas. Por eso hoy sigue vivo, por eso y una especie de milagro. Pero no me atrevo a usar la palabra “milagro” en su presencia, él no cree en esas cosas.
Sé que es muy egoísta, pero más que preocuparme por él, yo me sentí ofendida, creo que aún lo estoy…
Porque en el momento en que penso en dejar de existir, no pensó en mi, en nuestro amor. Y aunque siga siendo un pensamiento egocentrico me duele que lo nuestro no tuviera el peso suficiente para servirle de ancla al mar de la vida.
Me sentí herida, pero lo entiendo; no es un tema que le agrade a la gente hablar, tampoco es fácil de conversar, son de esas cosas que se ocultan para no molestar a los demás, para que no quede un silencio incomodo tras nuestras palabras, para que no se piense que estamos fuera de esa ola “positivista” que arropa el mundo, ahora en mayor medida luego de que un libro llamado “El Secreto”, convenciera a muchos de que los pensamientos positivos tienen el poder de proporcionarte todo lo bueno que desees en la vida…
Conste que no tengo nada en contra de esta filosofía de vida, de hecho siento que es constructiva, busca que nos aferremos a lo bueno; mi unica crítica es que omite otros sentimientos no tan bonitos que tambien son humanos y que por más que queramos, no podemos borrar con repetitivas afirmaciones positivas o fingiendo que no sentimos cosas no muy bonitas por dentro.

La ira, el dolor, la tristeza, la frustración también forma parte de nosotros…
Igual que los pensamientos sobre la muerte, ese tema tan prohibido, desagradable y oscuro.

El estuvo dispuesto a quitarse la vida, pero fracasó en su cometido, y yo no sé si alegrarme de que este aqui a mi lado y me diga que me ama; yo no sé si él habría sido más feliz si se hubiese cumplido su voluntad que ahora teniendo que aferrarse a mi para encontrarle sentido a tantas cosas que no lo tienen.

No me consuela que siga con vida, porque sé que ese alivio solo es otro egoísmo mio solo porque lo necesito para llenar espacios de mi vida, de mi corazón… Mientras yo ignoro lo que realmente pasa dentro de él y el tamaño de su desesperación.

No lo condeno por pensar en no vivir y no lo digo por practicar la tolerancia es por empatía, porque aunque sé que esto pueda espantar a muchos (por ser el tema desagradable y prohibido que es), yo si he pensado en renunciar a la cuota de oxígeno que consumo en el mundo, y mi esperanza no es que haya nada mejor ni peor después de esta vida, solo espero que de verdad no exista nada más cuando todo se termine.

Que la muerte sea realmente muerte y nada más…

Mientras tanto, me toca cargar con sus penas y las mias como un pesado saco sobre mi espalda, no puedo deshacerme de ninguna, ya lo he intentado, estan unidas en un lazo apretado.

Mientras voy fingiendo sonrisas y normalidad, en un descuido la mirada se me pierde y comienzo a pensar en estas cosas que me van consumiendo la razón y el equilibrio… En los momentos menos pensados tropiezo con algun estupido que me etiqueta de aburrida, arrogante o apatica y me llena de ira que la gente quiera obligarme a estar bien, cuando realmente no lo estoy.

Acaso no tengo el derecho a vivir mis tristezas con libertad?

Pero que más da, el mundo es así … Aunque sigan sumandose días en los que no le encuentre sentido a las cosas, mi esperanza es saber que a su debido tiempo todo esto pasara y entonces podre retomar la onda positiva del mundo y sus caretas.