domingo, 26 de diciembre de 2010

Vamos a darnos un tiempo


No soy buena con los cambios, no me sientan nada bien. Si estuviera en una entrevista de trabajo debería ocultar este dato o mentir diciendo que me adapto fácilmente a todo, pero es mentira. Me enloquece que las cosas cambien sin mi consentimiento y hace hoy justo diez días que Leonardo me cambio todo.
Dijo que necesitaba un tiempo y después de esas palabras inicio un silencio que se ha prolongado hasta este día.
Un tiempo, o sea, días y noches sin mi voz, sin mi presencia, sin que pueda yo saber, disponer o preguntar donde ha estado, donde se encuentra o hacia dónde va.
Increíblemente cuando me lo dijo me pareció de lo más natural (dadas las circunstancias) y hasta llegue a pensar que un descansito me sentaría bien, el problema empezó cuando le comente el asunto a Lolita y ella me pregunto: ¿Y un tiempo para qué?
No, no lo había pensado, por más obvio que parezca yo solo pensé en la cantidad de veces a la semana que estábamos discutiendo y en lo aburrida que se me hacia la rutina que de pronto y sin darnos cuenta habíamos creado.
Lo que me paso por la cabeza fue que unos cuantos días lejos el uno del otro iba a hacer que nos extrañáramos, que cuando regresáramos tendríamos la mente abierta a experimentar más cosas y probablemente más desconectada de los tantos pleitos repetidos.
Pero ¿y qué tal si él quería un tiempo para pensar si quería o no seguir a mi lado, o para conocer mejor y en tranquilidad a alguna chica que de alguna manera se filtro en su vida?
Desde entonces no dejo de pensar en eso, si, estoy obsesionada con el tema. A cada momento verifico la hora, siento el tic tac del reloj en mi cabeza y cada vez que me duermo me digo a mi misma “un día menos”. No sé qué cantidad de días implica este “tiempo” que me pidió, pero mientras más días pasen, más cerca me siento de ese día en que todo esto se termine.
Pero, ¿y si no termina?
Han pasado diez días y no parece extrañarme, sus estados del facebook han variado poco, no indican ningún sentimiento, mensaje indirecto o nada que de una pista de lo que piensa, siente o vive.
Tanto pienso en el asunto que me paso la paso recordando momentos dispersos de esos días previos a su decisión de tomarse “un tiempo”.
El lunes antes a ese día, discutimos viendo la televisión. Yo veía uno de esos toyosos reality shows que nunca puedo quitar y el dijo: Con razón nunca sabes nada, mira nada más lo que ves.
Si fue una broma o no eso nadie lo sabrá, el dice que sí, yo aun digo que lo dijo en serio; cada quien estuvo tan plantado en su posición que la discusión se prolongo durante horas y tanto nos dijimos que hasta olvidamos porque había empezado todo.
El miércoles salimos a cenar, yo quería ir a un restaurante nuevo del que todos hablan, él quería cenar pizza otra vez, ya habíamos cenado pizza las tres últimas veces que nos habíamos visto pero él quería pizza de nuevo, le dije que si el problema era el dinero yo pagaba, entonces su actitud cambio radicalmente, no me dijo una sola palabra, me llevo al restaurante que quería, apenas me dirigió la palabra durante la cena, ordeno lo más costoso del menú, no lo comió, pago, me llevo a mi casa, me entrego la comida que había ordenado y me dio las buenas noches. Dos días después yo tuve que pedirle disculpas por eso, el nunca reconoció su error, según él, la del error fui yo.

Cuando nos volvimos a ver aproveche la ocasión para estrenar una falda que recién había comprado, era corta pero no osada, pensé que le iba a gustar, pero desde que la alcanzo a ver hizo una mueca de disgusto, le pregunte a dónde íbamos y después de un rato callado me dijo “No quieres primero irte a cambiar de ropa?”….
Más disgusto, malentendidos y discusiones que analizo una y otra vez para ver si encuentro alguna pista de lo que realmente significa este tiempo.
Creo que estoy inventando cosas, tal vez estoy pensando más de lo que debería, como Leonardo siempre dice que suelo hacer.
Probablemente estoy enfocada en la parte incorrecta, la pregunta no es ¿por qué tenemos que pasar tiempo separados?, más bien es ¿Por qué diablos seguimos pasando tiempo juntos?
Parece que Leonardo noto primero que yo este evidente desastre que tenemos llamado relación, yo sencillamente lo he querido obviar, sin embargo, el coraje solo le alcanzo para pedirme “un tiempo” y no para decirme de frente algo que ninguno de los dos quiere escuchar o decir: esto no está funcionando.
Y es que no hay términos medios en el amor, uno o ama o no ama y para cualquiera de los casos “tomarse un tiempo” resulta completamente inútil.
No necesitas tiempo para saber que amas y que estas dispuesto a dar todo por una persona, tampoco necesitas tiempo cuando ya no quieres o no puedes continuar con una situación. Las cosas son o no son, no existen intermedios.
Preguntémosle a una pareja casada si eso no es como lo digo, que me diga alguien que tenga años conviviendo con su pareja si puede tomarse un tiempo aparte cuando se comparte la cama, el baño, la sala y hasta los pasillos de una misma vivienda con tu “media naranja”. La respuesta será no, cuando se comparte el mismo techo (que es la meta de toda relación de pareja) no hay escape, los problemas se enfrentan y si los quieres ignorar te chocaran a cada momento, te afectaran sin duda.
En fin… No sé por qué pero tengo la leve sospecha de que este tiempo se prolongara indefinidamente hasta el día del olvido, cuando ya ninguno de los dos necesite o desee decirle nada al otro, para entonces ya nada de lo que pensé tantas veces va a importar, probablemente ese día yo solo sienta gratitud con el tiempo…


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