domingo, 22 de noviembre de 2009

Porque amores que matan, nunca mueren...


El la besa. El la abraza. El le grita. El la golpea. Ella lo excusa. Ella lo atiende. Ella sufre. Ella lo ama.
En eso puedo resumir cinco años de conversaciones con Magdalena. Nunca conocí a alguien con un corazón tan noble y presto a ayudar a los demás como el de ella.
No es una santa, ni tiene vocación religiosa, pero bien que podría considerarse una mártir o una estupida, como ella misma se llama a veces.
Hace tres meses inicio su búsqueda de empleos, luego de cinco años como ama de casa. Su misión no ha sido exitosa, la rechazan por la edad, 36 años.
Me resulta inconcebible que una mujer en la plenitud de su existencia sea considerada ¨vieja¨ por no tener la frescura de los veinte años (que a todos nos pasa, si no morimos antes de llegar a los 30) reflejados en el rostro.
Teniendo los meritos de ser madre, esposa, la experiencia, madurez y mayor conciencia sobre las cosas realmente importantes en la vida, una mujer es desechada sin miramientos para ser sustituida por una joven sin merito alguno, pero con la cara fresca, sin problemas, sin pasado, sin hijos.
Igual hizo el infernal marido de Magdalena, quien a cada rato sufre de ¨amnesia momentanea¨ y olvida los años de matrimonio que tienen, los sacrificios de su dócil esposa y las promesas que le ha hecho mil veces cada vez que la golpea, para luego irse con un modelo femenino ¨más fresco¨, menos atormentado.
El hecho de que se haya ido no le quita el sueño a nadie, ni siquiera a sus hijos, menos a Magdalena, pues todos sabemos que más temprano que tarde él regresara a pedirle perdón, se le arrodillara, le comprara flores para luego olvidarlo golpearla y volverse a ir. El no se va porque después de todo, ella es el amor de su vida, al menos eso dice Magdalena. Eso le dice él al oido cada vez que regresa.

La diferencia de edad entre mi muy sufrida amiga y yo nunca ha resultado un problema para nosotras, que nos conocimos cuando yo entre a mi primer trabajo, recién graduada de bachiller. Nos entendimos al instante, lo único que nunca logré comprender fueron sus historias y justificaciones, las que todavía hoy día me cuenta. Me decía que era muy joven para entender, que así era la vida adulta y me faltaban experiencias para tener una visión más clara de las cosas. Ciertamente me faltaba mucho por aprender, pero yo sabía que no era normal lo que ella vivía, al menos en mi familia nunca vi algo igual.
En casa las cosas siempre fueron de una sola forma y no había ambivalencias ni rabietas que significaran separación, si acaso noches en el mueble para mi papa, nunca más de ahí. Por eso me es difícil concebir el mundo como ella me lo plantea en sus patéticas y muy violentas historias.
Siempre la he escuchado decir que hay distintas formas de amar y que su marido la ama de una manera poco convencional. Estoy de acuerdo en la primera parte, pero difiero en la segunda, pues cuando permanecemos al lado de alguien que se acostumbra a humillarnos, irrespetarnos, amargarnos la existencia y para colmo esta completamente seguro de ser propietario de nuestras vidas, no creo que estemos ante un caso de AMOR.
Hablar con Magdalena regularmente me llena de impotencia y de ira, porque quisiera ser capaz de hacerla recapacitar, cambiar su triste realidad, pero eso no me toca a mí.
Muchas veces la juzgue, la califique de idiota, asegure llena de ira que conmigo jamás nadie podría hacer algo igual y aunque nunca nadie ha levantado una mano para golpearme, admito que también he tolerado y justificado cosas imperdonables en una pareja, la mayoría de las mujeres que conozco lo ha hecho, y todas tenemos el AMOR como argumento para justificar…
Con el tiempo he aprendido que si el amor daña, entonces no es amor… Es algo retorcido e intenso como aquel fragmento de una canción de Joaquín Sabina que dice ¨lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí...Y morirme contigo si te matas,
y matarme contigo si te mueres, por que el amor, cuando no muere mata, porque amores que matan, nunca mueren...¨

2 comentarios:

  1. Tan triste y tan cierto en tantas mujeres aguantar lo inaguantable para luego callar los sentimientos! y siempre la excusa de por amorrrrr, mas bien amores perros.
    Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo por k me matas y sin ti por que me muero.

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  2. Triste pero real, así es esta tontísima vida...

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