domingo, 27 de diciembre de 2009

Los demas de los demas


Pasmada fue como quede luego de que mi prima Paquita me confesara que es lesbiana.
De todas las cosas inimaginables en las que pudiera pensar, esta confesión era la más lejana a mis ideas.
Que yo la ayudara a comunicarle a la familia su preferencia sexual era lo que me pedía, ella sabía que mi respuesta inmediata iba a ser un NO, mil veces elegiría ir a la guerra antes que enfrentarme a los juicios de mi familia, por eso ni siquiera me permitió abrir la boca para decirle lo que pensaba sin antes lanzarse a mis pies llorando y rogarme que no la dejara sola.
Yo que había crecido junto a ella, que habíamos compartido secretos, colegio y hasta algunos novios, no lograba procesar lo que escuchaban mis oídos.
Mi desconcierto fue porque verdaderamente era una revelación inesperada y por el miedo tan grande que me dio tan solo al pensar en todo lo que le vendría encima a mi prima cuando la noticia se diera a conocer en la familia. Fuera de eso, el hecho de que prefiriera compartir la vida con una mujer en lugar de un hombre me parece incluso más justo y lógico (yo y mi extremo feminismo)… En fin, de verdad no me incomoda ni un poco la homosexualidad, ni los que la prefieran.
Sin embargo, ese no era precisamente la manera de pensar de la mayor parte de nuestra parentela. Si hay una cosa que sobra entre mis parientes es dedos que señalen, además de juicios severos y prematuros para cualquiera que este dentro o fuera del clan.
Las dos sabíamos que nuestra abuela, que es la más condenadora de todos, pondría cara de asco al saberlo y que la pobre Paquita tendría que aguantar las ofensas disfrazadas de bromas que harían todos en relación a la nueva noticia.
No es que mi familia sea gente de poses sociales, son simplemente gente que critica por criticar, es como el deporte favorito de casi todos…
Estoy conciente de que un árbol de manzanas no puede dar peras y que si yo provengo de ellos no puedo ser muy diferente, pero en este aspecto difiero completamente.
Odio juzgar y señalar, es algo que evito a toda costa porque cuando lo hacen conmigo los comentarios que escucho inevitablemente me llegan a afectar bastante y me cuesta mucho trabajo sacar algunas ideas de mi cabeza.
Sentí pena con Paquita porque aunque estaba dispuesta a echar el pleito con ella frente a todos, sabía que ni siquiera así iba a poder quitarle el desagradable sabor de todo lo que le vendría dentro y fuera de nuestra casa.
Por más que yo quisiera callarles la boca a todos para que no la lastimaran y aprendieran a respetarla, no iba a poder impedir que la hirieran con sus juicios y comentarios desagradables.
Todo el mundo odia ser juzgado, señalado y criticado, nadie quiere que ofendan a sus seres amados o que hablen de ellos mal a sus espaldas, pero pocos se detienen a tiempo antes de comenzar a hacer lo mismo con otros… Y es que siempre y cuando hablemos de los demás todo esta bien… Y olvidamos que somos, ¨los demás¨ de los demás… Así como lo dice Alberto Cortez en esta canción de la que me permitiré citar unas estrofas.


Los errores son tiestos que tirar a los demás;
los aciertos son nuestros y jamás de los demás;
cada paso un intento de pisar a los demás,
cada vez mas violento es el portazo a los demás.

Condenamos la envidia, cuando envidian los demás,
más lo nuestro es desidia, que no entienden los demás.
Nos creemos selectos entre todos los demás;
seres ""pluscuamperfectos"", con respecto a los demás.

Y olvidamos que somos, los demás de los demás…

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