No sé si fue
por haber pasado más de la mitad de mi vida en un colegio de monjas que
hablaban del servicio, del amor, el sacrificio y las obras desinteresadas, o si
el asunto esta más relacionado con mi familia y su a veces extrema bondad para
con los demás. Mi jefe le llamaría a esto ¨falta de carácter¨ y en este punto
ya he llegado a la conclusión de que es simple y llana estupidez.
Bueno, el
asunto es que Gloria, la misma que se quedo por ¨accidente¨ con todo el crédito
de haber realizado un proyecto que hice yo sola, me escribió el otro día por
facebook un mensaje tan conmovedor que me volvió el alma un agua de azúcar.
Pensé para mis adentros, ella ni siquiera planeo lo que sucedió, las cosas se
dieron así y esto demuestra que esta arrepentida… Y con estos pensamientos
acepte la invitación a su casa para preparar unos tacos.
Entusiasmada
y sonriente llegue, la encuentre muy estresada, me pide que la ayude en la
cocina, lo hago sin problemas. Noto su ausencia unos minutos que se extendieron
cada vez más y más, luego comienzo a escuchar voces. Termino de cocinarlo todo
y cuando saco la cabeza a la sala me encuentro con una reunión de personas
desconocidas para mi, y Gloria en el medio de la sala de lo más risueña y
despreocupada.
Me
escabullí entre todo aquel jolgorio y me fui sin decir nada. Recibí otro
mensaje de ella en facebook casi una semana después: ¿Y qué paso que no te
volví a ver?
Me pregunto
si ella pensara que los tacos que se comieron ese día habrán aparecido listos
por obra y gracia del Espíritu Santo o si nunca reparo en el asunto.
Pero ok, lo
dejo ir…
Hace casi
tres meses que intento hacer que coincidan la apretada agenda de mi odontólogo
y la mía para una consulta.
Un martes por la mañana me llamo para decirme que iba a estar disponible hasta el mediodía, quise aprovechar la oportunidad pero me hizo sentir mal tener que pedirle a alguien más de la oficina que me cubriera ese par de horas, cuando ese día estaba siendo especialmente estresante. Al final decidí no abrumar a nadie por mis cosas y me quede trabajando.
Un martes por la mañana me llamo para decirme que iba a estar disponible hasta el mediodía, quise aprovechar la oportunidad pero me hizo sentir mal tener que pedirle a alguien más de la oficina que me cubriera ese par de horas, cuando ese día estaba siendo especialmente estresante. Al final decidí no abrumar a nadie por mis cosas y me quede trabajando.
Leila me
juro que sentía tanta pena como la que yo sentí aquel día pero tenía una
emergencia que se imponía y necesitaba que la cubriera, y así lo hice, ese y
muchos otros días más.
Mi trabajo
se duplico, Leila se relajo con el asunto, cada vez lo hacía con mayor
confianza, al punto que agarraba la cartera en la mano para irse y desde la
puerta me decía, ¨ya tu sabes¨ y se iba.
La enfrente
y le dije que ya no podía seguirla cubriendo, ella se molesto, me retiró
permanentemente la palabra y comenzó a hablar mal de mi.
Poco tiempo después me entere, que las salidas urgentes de Leila tenían que ver con un ruso que vino a conocerla al país, a quien llevaba a pasear mientras yo me ahogaba con su trabajo y el mío.
Poco tiempo después me entere, que las salidas urgentes de Leila tenían que ver con un ruso que vino a conocerla al país, a quien llevaba a pasear mientras yo me ahogaba con su trabajo y el mío.
Debí haber
sido la alumna más aventajada de todas las monjas de mi colegio, asumí cada
cosa que me enseñaron como si fuera ley sagrada. Me enseñaron a dar más de lo
que la gente espera de mí, por eso cuando conseguí mi primer trabajo de
inmediato se hizo notar mi eficacia. Mi trabajo era archivar y sacar copias,
pero además comencé a ayudar a los que se encargaban de las facturas, hacia de
recepcionista de cuando en vez y la jefa al ver mi grado de ¨disposición¨
pronto hizo de mi su asistente. No, no fue un ascenso, mi puesto seguía siendo
el mismo por el que me contrataron, mi sueldo también era el mismo y si fallaba
en alguna de mis responsabilidades, las que originalmente tenía y las que luego
me autoasigné, no se hacia esperar el reclamo o el reproche. ¨Bien ganao´
Yuyita¨, es lo que me digo cada vez que pienso en eso.
Yo y los
regalos somos otro tema, tuvieron que pasar muchos años para yo entender que no
debo regalarle a todo el que esta en mi vida solo porque este agradecida por
algo que hizo, porque me caiga bien o porque alguien diga que tengo que
hacerlo. Yo le compraba regalos a todo el mundo si me enteraba que cumplía
años, si era el día del amor, del padre, de la tía, la madre, de los vecinos, la
Navidad , del fin del mundo, el día del nunca jamás o lo que
fuera. Tan sentimental yo, tan boba…
Como aquel
primer día de san Valentín con novio, en el que vencí la vergüenza de ser
apenas una adolescente y sentirme observada por todos en las tiendas con cara
de ¨este bicho dizque comprando regalo de san valentin¨.
Le compre
un t-shirt que costo 300 pesos, un dineral para aquel entonces, pero sobretodo
para mis bolsillos que tardaban más de un mes para reunir aquella suma.
Hice que lo
envolvieran con la mayor delicadeza posible, le compre una tarjeta, la dedique
sin firma, guarde el regalo esperando la fecha con ansiedad, emocionada se lo
entregue y… Nada. No dijo gracias, no se si le gusto, si alguna vez se lo puso
y de regalo para mi ni un miserable e hipócrita ¨feliz día de san Valentín¨.
¿Qué por
qué ando haciendo este recuento de situaciones ridículas y bochornosas?, pues
para no sentirme mal por no ir a los eventos de gente a la que realmente no le
importo, para explicarle a mi corazón que aunque se sienta poco útil, debe
dejar que cada quien resuelva sus cosas, para tener argumentos validos con los
cuales enfrentarme a mi consciencia cuando me quiera hacer sentir culpable por
cerrarme a los sentimentalismos. Para convencerme que no estoy haciendo nada
mal al concentrarme en mi camino y ser solo para quienes son conmigo.
Lo intento,
yo se que lo lograre, pero no dejo de pensar que si todos seguimos tan
enfocados en lo nuestro ignorando lo de los demás no hay esperanza de que algo
realmente cambie en el mundo.
Si, yo sé,
ni me lo digan, lo mío es un caso perdido…
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