sábado, 14 de julio de 2012

Lo que no me falta


Sospecho que estoy en el mejor momento de mi vida, y si no es así es algo muy parecido.  Definirlo no fue nada fácil, porque uno jamás duda para saber cuando está pasando uno de los momentos más horribles o difíciles de su existencia, pero si nada trascendental sucede y no hay tarjetas o fiestas en las que se pueda celebrar lo que estás viviendo, entonces solo se puede catalogar como “tiempo ordinario”, así como en el año eclesiástico.

No es mi cumpleaños, ni hay cumple mes o aniversario de pareja, baby shower, despedida de solera, boda, graduación, bautizo, ni nada de eso. No me ascendieron, tampoco me hicieron un aumento de sueldo.
¿Qué fue lo que me paso?, pues nada del otro mundo…


Hace unas semanas desperté y no me sentí desesperada, ni angustiada, ni atormentada. Mi primer pensamiento del día no lo ocupo un problema, ni un hombre, tampoco el trabajo. El sol me hizo voltear hacia la ventana y no pude evitar sonreír al ver un pajarito cantar, yo sentí que cantaba para mí.
Me encontré en el espejo y por fin vi a la muchacha de la que muchos me hablaron era bonita y con tantas cualidades que yo no podía ver.


Durante demasiado tiempo sentí que era cualquier cosa, menos maravillosa, como tantos amigos y familiares muy queridos, me decían casi con ira. Porque sin importar que tan serio o convencidos lo dijeran,  yo era incapaz de verlo, en cambio sentía que había fallado en tantas maneras y no era digna de muchas cosas.


Esa hermosa mañana decidí  que era un día para ver  y disfrutar de la gente, compartir y reír hasta que me doliera la barriga.
Y pensar que cuando comencé a salir tras mi aparatosa separación con Leonardo, casi me obligaba a hacerlo, y en lugar de hacerme sentir mejor la compañía de los demás, me desorientaba, me sentía perdida, me hacia querer salir corriendo a buscarlo y pedirle que no me dejara sola entre tanta gente y cosas desconocidas.


Prefería mil veces la soledad de mi habitación, la costumbre de años, aunque ya me aburrieran a morir. Tal era mi desesperación que los pleitos y las desilusiones me llegaron a parecerme un precio justo con tal de tener el remedio de tanta angustia y desequilibrio.
Ahora puedo decir, ¡qué cosa tan maravillosa, esta idea de obligarme a estar sola!.  Ya hasta aprendí de quienes debo correr y que compañías conservar.


En los primeros días fueron Mercedes y Conchita las que se ocuparon de mi, asumieron mi mal de amores como una causa propia y se dieron la tarea de sacarme de la casa, sin escuchar mis excusas ni hacerle caso a mis miradas perdidas o expresiones de aburrimiento extremo. Ambas son casi inseparables, viven a pocas casas de distancia y lo que las unió fue precisamente el desamor, o como dicen ellas “la mala suerte con los hombres”.


Mercedes es madre de un niño idéntico a su papa, el hombre que se convirtió en el centro y fin de su existencia. Durante cinco años fue su novia, todo estuvo bien hasta el segundo año, después comenzaron las infidelidades de él, los pleitos, las reconciliaciones y las distancias. El cada día mas lejos, ella cada día mas obsesionada con tenerlo. Se le ocurrió la original idea de quedar embarazada para hacerlo recapacitar y esto lo hizo correr todavía más y sin retorno. Ahora tiene ya varios años siendo madre soltera.


Conchita se enamoro de un mentiroso que le hizo todos los cuentos del mundo, ella todo lo perdono. Le hizo creer que se iban a casar y cuando faltaba solo un mes para la boda se fue a Estados Unidos, diciendo que iba a buscar el dinero para armar la casa. Han pasado ya seis años de eso y él aún insiste en que lo espere, que va a regresar. Ella dice que no, pero todos sabemos que lo está esperando.


Y con estas dos amargadas chicas me pase dos meses saliendo y hablando constantemente, hasta que me di cuenta que al verlas, salía mas cargada de lo que llegaba, me tiraban sus frustraciones, me hacían sentir desesperanzada, como si nada tuviera solución, como si fuera imposible encontrar una salida o  un buen hombre en el mundo, como si la felicidad fuera un asunto basado completamente en lo que otra persona decida sentir o hacer por ti.


Sé que querían ayudarme, pero me estaban hundiendo más. Entonces me aleje.
Aprendí a evitar las conversaciones de hombres, de fracasos, de nostalgias, desesperanzas y cosas tristes, eso se convierte en un círculo sin fin…


Mi tio vino hace poco al país y me hablo de las maravillas de gringolandia  (como si en la tv ya no dijeran suficientes cosas)  me propuso irme una temporada con él, a conocer y hasta probar suerte profesional en el extranjero, me pareció descabellado, nunca he considerado esa opción. Nací sin el sueño americano integrado a mi sistema.


Pero lo reconsidere, ¿Por qué no?, ¿Qué me ata a esta tierra?, ¿Qué responsabilidades tengo?, ¿Qué grandes necesidades cubre el dinero que gano?.
Estoy viviendo por y para mí, no hay cuerdas que me aten, no hay nada que deba hacer si no lo deseo. En este momento de mi vida me puedo dar el lujo de muchas cosas soñadas.


Como si me hubieran dado un boletín de último minuto, una primicia inimaginable, así me sentí cuando me di cuenta de que mi vida, era mía. Solo mía y de más nadie.
Qué cosa tan feliz, puedo hacer lo que yo quiera y no me estorba nada. ¡Puedo elegir!
Suena estúpido, lo sé, pero eso ha cambiado todo en mi.  Es que por primera vez siento que no me falta nada.


Esta no es la vida que me toco, es la que estoy eligiendo porque quiero. Puede que lleguen mejores cosas, pero honestamente, hasta ahora, esta es la mejor de mis etapas, cuando todavía no sé nada, cuando en cualquier momento todo puede cambiar, cuando todo lo mio es solo mio y cualquier cosa es posible.

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