martes, 29 de septiembre de 2009

Alérgico a los metales


Siempre he admirado la habilidad de algunas mujeres para enamorar a los hombres o simplemente ir en conquista del hombre que les gusta.
Porque yo crecí viendo en las novelas y películas en la que ellos eran los que se enamoraban a morir de las féminas a tal punto de lanzarse de un paracaídas si lo requirieran las dificultades solo para demostrarle a esa mujer que es lo único que quiere en su vida… Cuando la realidad es que cuando no les haces caso, te tachan de su lista y no tienen pudor para en tu misma presencia enamorar a cualquier otra que se aparezca.
Sé que la vida es así, pero por más que lo intente no me atrevo a dar el primer paso para que se de un acercamiento que más adelante permita un romance... Aún así estamos en el siglo XXI y creo que hay que hacer uso de todas las herramientas que se encuentren al alcance para lograr ser feliz; por eso cuando un completo, pero atractivo, desconocido detuvo su jeepeta para caminar a mi lado y pasarme su tarjeta, aunque mi instinto me llevaba a rechazarlo y hacerme la difícil , para mis adentros pensé que tal vez era mi oportunidad de tomar la sartén por el mango y no dejarle a otros el rumbo de mi destino amoroso.
Si digo que fue fácil autoconvencerme para llamarlo, mentiría, pero al final de la tarde entre en el rol de ¨mujer fatal¨, sintiéndome una super bomba sexual lo llame y lo invite a beber un trago en uno de esos barcitos caros donde te venden agua con hielo a doscientos pesos porque están de moda, pero como no quería quedar como la mas chusma preferí elegirlo para mi primera cita con el chico de la jeepeta.
Llego con uno de esos perfumes que inundan los sentidos y con una sonrisa hermosa que parecía irreal le di la mano para estrecharla pero prefirió besarla y decirme que estaba hermosa (cuando lucía exactamente igual que cuando me vio en la mañana).
No podía ser mas galante o simpático, cada cosa que decía me ponía llorar de la risa, ya hasta sentía vergüenza porque la única voz estruendosa en el bar de niñitos ricos era la mía, a él no parecía importarle, a mi tampoco.
Llevábamos media hora conversando amenamente cuando me percate de que en todo el rato que teniamos juntos no me había preguntado nada de mi vida personal, ni siquiera se había molestado por preguntarme mi edad, preferí obviar el asunto y mejor enfocarme en la grandiosa decisión que había tomado al llamarlo.
Iniciaba a contarme lo que parecía una anécdota cuando el sonido de su celular lo interrumpió y pude alcanzar a ver en la pequeña pantalla del movil la imagen de un niño.
De manera instantánea le pregunte si era su hijo, orgulloso me respondió que sí.
Sorprendida lo mire en silencio para luego escucharlo decir que era casado.
De inmediato me fije en sus manos y me limite a preguntarle ¨¿Y por qué no traes anillo?¨, sonriente me respondió: ¨Porque soy alérgico a los metales…¨
En mi mente comenzó a sonar la suave melodía de ¨El hombre perfecto¨… Es que me había topado con uno… Que se le va a hacer Yuyita.

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