jueves, 17 de septiembre de 2009

La inexacta bola de cristal


Tras una inexplicable racha de mala suerte mi amiga Dorita, se convenció de que era victima de un hechizo o algo parecido.

En tan solo un mes y medio había descubierto a su novio besando a otra, la habían despedido del trabajo, le robaron el Blackberry que recién había comprado y hasta perdió su habitación a la llegada de un primo de Nueva York a su casa.

Después de muchas lamentaciones y lagrimas, Dorita decidió visitar a una bruja para que le quitara la ¨sal¨ que tenia encima, pero como ella no puede ir sola ni al baño…Tuve que acompañarla e ir animándola todo el camino.

La curandera/ bruja en menos de quince minutos despachó a mi amiga luego de rezar algo raro en una lengua muy extraña (probablemente inventada) y pasarle unas hojas mojadas (con quien sabe que cosa) por todo el cuerpo.

Nunca había creído en nada de eso, pero de pronto tuve la inquietud de preguntarle por mi destino, para saber de antemano si Leonardo y yo volveríamos o si faltaba demasiado para la llegada de mi esperado príncipe de cualquier color.

Me leí las cartas, Leonardo no apareció por ningún lado y no supo decirme nada concreto en cuanto al tiempo de espera por mi hombre anhelado, la única idea que recalco era que yo tenia mas enamorados de lo pudiera imaginar y que uno de esos seria el papa de mis hijos.

Me costo conciliar el sueño esa noche, no dejaba de revisar en mi mente la lista de enamorados que conocía y la verdad es que no era ni muy prometedora ni muy extensa.

Podía ser Juancho, el de mi clase de ética, siempre viste mas formal de la cuenta pero al menos luce elegante, pudiera ser un buen prospecto si no hablara tantas boberías con tono de intelectual, la verdad es que eso es tan irritante para mi que no creo que pueda ser el, simplemente no lo soportaría.

Quizás era Mariano, mi amigo del Facebook; me encanta chatear con el, siento que me entiende a la perfección, pero sabe tanto de especiales de supermercado, moda y concursos de belleza que he llegado a sospechar que probablemente se sienta mas mujer que yo.

Manuel, es otra posibilidad, pero el solo hecho de imaginarme besando a ese gordo carente de higiene me revuelve el estomago, así que… next!!

Si contaba a los hombres que me dedicaban piropos en la calle entonces si tenía una vasta lista de seguidores que iba desde desconocido montados en jeepetas hasta deliverys de colmados.

Para no enloquecer elegí no creer en el absurdo pronóstico y lo tire en la funda de cosas para olvidar… Pero para ser sincera aun no dejo de sentir pánico cada vez que un chofer público o un anciano decrepito sale de su rutina para dedicarme frases conquistadoras

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