martes, 6 de octubre de 2009

Un sábado por la noche


Es sábado por la tarde y a pesar de haber tenido un día lleno de actividades laborales y obligatorias, aún me quedan fuerzas para divertirme, de hecho es lo que más deseo.
Hay tantas novedades en mi closet esperando un sábado por la noche para lucirse por completo. Me mortifica tener tres pares espectaculares de tacones tan tapaditos como llegaron en sus cajas y todavía sin pisar.
Pero mi celular nunca había estado más callado como día, me tocaba gastar mis minutos para contactar al mundo y ver a donde encontraba espacio en la vida nocturna de la ciudad… Y tanto que me duele gastar los minutos de mi tarjeta de cien pesos (que me suele durar quince días de lo bien que la administro), pero todo sea por una noche de bonche…
La voz agitada de Florita fue la respuesta a mi primera llamada, algo jadeante y desconcentrada me saludaba y sin dejarme pasar del ¿Cómo estas? Me dijo que me llamaba luego y colgó… Igual Florita no es la más divertida de mis amigas así que preferí llamar a Lolita que si tiene un espíritu chispeante, pero solo la escuche hablar de las opciones para vestir que tenía para combinar esa noche tan especial en la que celebraría el octavo mes de amores con Francisco.
Conchita era mi tercera alternativa, la apagada voz del otro lado del auricular me hizo entender que era innecesaria la pregunta de ¿quieres salir a bonchar esta noche?
Y todas mis otras superamigas ya estaban más que superocupadas con sus respectivos novios, lo que las convierte en seres tan importantes y difíciles de ver como cualquier estrella de Hollywood, al menos los fines de semana…
Igual que yo cuando estaba con Leonardo o con cualquiera de la listita de prospectos amorosos que han desfilado por mi corazón, cuando uno de ellos aparecía en mi existencia era como si bajara las puertas de seguridad y pusiera un letrero de ¨Cerrado¨ de manera indefinida en mi vida.
A chepa me veía mi familia, recordaba que tenía amigas cuando las encontraba en la universidad o me escribían para saber como estaba y como concentre mis minutos en mi adoración del momento, deje de llamarlas y ellas también me dejaron.
Por eso lo más difícil de volver a la soltería fue reiniciar mi vida social donde otra vez mis amigas recobraran la confianza en mi y me volvieran a querer.
Por otro lado los hombres no se olvidan entre si aunque estén dando asco por una jeva, ellos siempre encuentran tiempo para salir a jugar nintendo, beberse par de frías en la esquina, ver juntos el juego de pelota y hasta salir a ver mujeres ¨pagadas¨ a centros nocturnos.
Todas las mujeres que conozco han tenido alguna seria pelea con su pareja porque estos se olvidan de ellas aunque sea un día por semana para dedicarse a estas boberías que tanto nos incomodan…
Las bobas somos nosotras, por olvidarnos de nuestras amigas, de nosotras mismas y concentrarnos tanto en la película inacabable de amor que protagonizamos.
En fin… El sábado por la noche me quede acompañada por todos los absurdos peluches que habitan en mi habitación, luciendo unos shortcitos rotos (para nada sexy) y una blusa vieja por la cintura que dejaba al descubierto un asomo de barriga que cada vez me mortifica más y con una montaña de comida chatarra que había ordenado por teléfono.



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