jueves, 7 de enero de 2010

El club del remordimiento


La primera vez que me llamaron flaca, trataron de ofenderme, sin embargo para mi fue el mayor piropo que habia recibido en mis once anios de vida.
Yo que me habia sacrificado tanto para tal vez algun dia llegar a verme como mis companeras de colegio al fin era percibida como “flaca” y en ese preciso momento se revelo ese secreto que el espejo matuvo celosamente oculto para mi.
Eso de dietas y comidas light eran terminos que no estaban registrados en mi cerebro. Creci comiendo hasta dos meriendas entre comidas, cazando frituras por todo el barrio y probando todas las combinaciones posibles e imposibles en los puestos de yaniqueques (pollo y queso, queso con vegetales, jamon y lo que fuera, ect). Todo aquello acompanado de su respectiva Coca Cola, de la cual se llegaba a comprar hasta cinco litros por dia en mi casa.
Mi insaciable deseo de comer me llevo a crear una especial destreza para aprovecharme de los enamorados de mi tia. Todos querian una oportunidad para siquiera acercarse a ella y a sus impresionantes curvas, y yo que acostumbraba a salir con ella solia ser el motivo con el cual ellos se introducian. Pizzas, hamburguesas, helados y todo tipo de dulces llegaban a mis boca para poder aunque fuera darle a entender que ellos existian y estaban interesados en ella.
Hoy recuerdo de manera especial, ese apetito desenfrenado que tuve hasta antes de mi adolescencia, porque es el primer dia en mas de diez anos en que pienso seriamente en hacer una dieta.
Por primera vez en mi vida me deje arrastrar por los excesos de diciembre (que son muchos en todos los sentidos) y practicamente me comi el mundo.
Este anio no tuve las fuerzas ni el deseo de luchar contra la corriente, de usar la cordura o de ser coherente.
Gaste mas dinero de lo que jamas recuerdo haber gastado, compre mas ropa de la que soy capaz de usar, comi todo lo que se me ocurrio y lleve a la aguja del peso donde nunca antes la habia llevado.
Y ni hablar del terrible efecto que hizo en mis bolsillos mi insensata medida navidena, pero me enfocare en esta experiencia que hoy vuelvo a vivir: la de enfrentarme a un cuerpo con unas libras muy mal distribuidas junto a la imperante necesidad de sentirme flaca otra vez, aunque eso implique escuchar con mucha frecuencia, vocecitas entrometidas aconsejarme que coma un poco mas para lucir mejor (como lo he escuchado durante anios).
No importa lo que tengan que decir, si estoy gorda o flaca igual me criticaran, lo importante es que al final del dia yo este conforme con lo que me devuelve el espejo y aunque eso sea algo completamente superficial, ahora mismo lo unico que me importa es no volver a ser “Yuyita la gorda”.
Por eso me uno al club del remordimiento de enero, ese que llena los gimnasios cada inicio de anio, luego de prometerse en cada mordida y trago de alcohol que tan pronto como se acabe la navidad recompensara su cuerpo con una buena dieta y rutina de ejercicios. Todo lo que sea necesario con tal de volver a mis 110 libras de siempre.

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