sábado, 23 de abril de 2011

!Tus amigos o yo!

Tenía yo unos 14 años, estaba enamorada hasta los tuétanos, cuando por primera vez viví la experiencia de haber sido echada a un lado por sus amigos. El estaba tan enamorado como yo, tal vez un poco más, pero su mejor amigo (aún estábamos en la edad en que se usa esa expresión que ahora me parece algo tonta e imprecisa) había comprado un videojuego, que para aquella época era lo último de los muñequitos, lo que basto para que mi novio y un grupo de aparecidos, prácticamente cambiaran de residencia y se mudaran sin ser invitados a la casa de Manuel, el dueño del videojuego.
Mi amado, que era bastante puntual en sus llamadas vespertinas, después del videojuego sufrió una especie de amnesia durante días, dejándome a la espera del ring del teléfono.
Las únicas horas del día en las que sabía que no estaba en la casa de Manuel, era cuando estábamos en el colegio, después, creo que ni el uniforme se quitaba para ir corriendo a jugar. Y así se pasaba el día.
La ansiedad me carcomía por dentro, yo en espera de que me visitara, me llamara, me pidiera que nos encontráramos y él de lo más despreocupado, presionando sin parar los botones del control, averiguando como pasar “mundos” y terminar el juego.
Así pasamos una semana, que culmino, cuando presa de la ira, me dispuse a ir a la casa de Manuel y ver por mis propios ojos que era lo que me había quitado a mi novio.
Mi competencia no era solo una maquina de sonidos extraños, era un grupo de hombres a quienes mi adoración llamaba “amigos” y que durante años serian motivo de conflictos entre los dos.
Al final, mi novio regreso cuando se dio cuenta que realmente ya si me tenía relegada al olvido, aunque el regreso a su “manada” de iguales, se hizo cada vez más frecuente y mi mala voluntad hacia ese grupo de “quitanovios” creció a medida que se incrementaban sus encuentros.

La mayoría eran jovencitos en búsqueda de chicas, temía que mi novio también encontrara otra por estar con ellos, no sabía nunca que hacían, donde andaban, que hablaban, lo único que yo sabía que es que le provocaban amnesia a mi amado, que más nunca recordaba llamarme o buscarme de alguna manera.

Ninguno quería saber de mi, creo yo que por aquella teoría que siempre he tenido de que la forma de los demás tratarte son un espejo de lo que reciben de ti y como yo internamente no los quería a ninguno (por lo que me quitaban, no por ninguna razón personal) asumí que por eso mismo no querían saber de mi.

Años después me entere que era odiada por la mayoría porque pensaban que yo era una terrible mujer controladora, que manipulaba a su santo amigo, a quien nunca le conocieron la colita de demonio que escondía. Su amigo el “ángel”, a quien ignoraron las veces que paso por vicisitudes muy grandes, las que me tocaron vivir y luchar a su lado. A ese no lo conocían, solo conocían al alegre amigo que yo quería arrancarles del lado porque, según ellos, soy mala como la bruja de los cuentos.

Reuniones para recordar el pasado (el de hace tan solo uno o dos años atrás), noches de videojuegos, una despedida para una queridísima amiga del colegio (con la que apenas hablaba y que dicho sea de paso no fue a su fiesta de despedida), noches de trago, la llegada de un compañero que vivió la vida entera en la esquina del colegio al que asistió, el reencuentro con la gente del campamento al que asistió hace más de diez años y un montón de disparates más, son algunas de las razones que reúne a aquel grupo de “grandes amigos” casi con solemnidad.

Necesito mi espacio, ¿es que siempre tenemos que estar juntos?, ¿si no tenemos planes por qué no me puedo irme con mis amigos?, A ti no te gustan esas películas que yo veo con ellos, Esa gente a ti ni siquiera te cae bien… Algunas de las frases con las que se deshace de mi o se justifica para andar siempre con ellos.

Amigos que quedan como las verdaderas víctimas de este cuento solo porque ellos eligieron ignorarme y yo no me callo lo que siento.

¡Ay Yuyita cuando es que vas a aprender que el silencio es valioso!

Para que tanto decir lo que sientes, si tus palabras terminan sonando a bla bla bla, si solo te trae problemas, si solo deja ver lo que hay dentro de ti, mientras los demás eligen callar, mentir, ignorar y por eso parecen más normales, menos complejos, mejores personas.

Ese primer abandono, hace muchos años ya, me parece un cuento de hadas para lo que ha ido sucediendo con el pasar de los años, el reencuentro con ellos, es para mí amado como una recompensa, ellos son una especie de héroes ausentes, que por el simple hecho de compartir su código masculino son más que geniales. Ellos y su alcohol, sus videojuegos, sus juegos de pelota, sus reencuentros, películas, negocios y demás motivos.

¿Qué le vamos a hacer mujeres?... Es un mal que nos afecta a todas en una que otra ocasión, porque a todas las que conozco las he escuchado quejándose de la misma cosa.

A nosotras nos cuesta un poco mas comprenderlos porque se nos hace muy fácil olvidarnos de todo y todos por dedicarnos a ese “amor”, a una familia, a lo que sea que represente y signifique amor.
A medida que pasa el tiempo el círculo de amigas disponibles para salir cualquier día en la noche o hasta en la tarde se hace cada vez más reducido, todas andan centradas en sus historias.

Nos olvidamos de dedicarnos tiempo para estar con las amigas, para dedicarnos a nosotras mismas, para ser mujeres, por eso los condenamos a ellos, sus tardes de películas, videojuegos, partidos de futbol, beisbol, cerveza o lo que sea.

La verdad es que ellos tienen la razón, al menos no se olvidan de sus amigos, de ser mas que la mitad de un todo, tienen y defienden la disponibilidad para ser ellos y tener más formas de ser felices.

Aunque nos duela, creo que a nosotras solo nos queda aprender de ellos.



1 comentario:

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